sábado, noviembre 28, 2009

Las infecciones por el VIH bajan un 17% en ocho años.


Los nuevos datos de Onusida y la OMS recogen el éxito de la educación y la prevención

Los brotes verdes también han llegado al mundo del sida. Los datos que han hecho públicos hoy Onusida y la Organización Mundial de la Salud muestran que el número de nuevos infectados ha bajado en el mundo un 17% desde 2001. Todas las regiones del mundo experimentan avances. El África subsahariana, que concentra al 60% de los afectados, registra un descenso del 15% de nuevas transmisiones (aproximadamente 400.000 personas menos).
Después de un año sin ofrecer datos, Onusida -que ha cambiado de director; ahora es un africano, Michel Sidibé- ha vuelto a ofrecer estimaciones sobre el impacto de la enfermedad. En Asia oriental, la región que se observa con más atención porque se esperaba una explosión de la enfermedad, la bajada ha sido del 25%. En el sureste asiático, un 10%. La región con datos peores es Europa Oriental, donde la epidemia, debida sobre todo al uso compartido de jeringuillas por usuarios de drogas, se ha "estabilizado".
"La buena noticia es que tenemos evidencias de que los descensos que estamos viendo se deben, por lo menos en parte, a la prevención", ha dicho Sidibé. "Sin embargo, los hallazgos muestran que a veces los programas de prevención no dan en el blanco, y que si mejoramos la obtención de recursos para que los programas actúen donde tendrán más impacto, se hará un progreso mayor y se salvarán más vidas", ha añadido.
En total, se calcula que en el mundo viven unos 33,4 millones de personas con VIH. La cifra no baja respecto a otros años (en 2007 eran 33,2 millones), pero tiene una explicación positiva: aunque bajen las infecciones, también ha aumentado la supervivencia de los afectados. De hecho entre 2003 y 2008, la proporción de personas con acceso al tratamiento ha pasado del 7% al 42%. El número de infectados se calcula que ha sido de 2,7 millones (2,5 millones en 2007), y el de fallecidos baja a 2 millones (2,1 millones en 2007).

Los datos son de 2008. Uno de los grandes problemas de estos informes es que no se pueden centrar en las cifras exclusivamente ya que los sistemas de medición son muy deficitarios en la mayoría de los países; en muchas zonas de África, por ejemplo, se basan en los análisis hechos a las mujeres embarazadas y de ahí se extrapolan al resto de la población. Este sistema de medición -el único posible en muchas regiones- arroja también datos positivos. En África, las mujeres embarazadas son uno de los objetivos prioritarios de los programas de prevención. Primero, porque, aunque sea sólo al final del embarazo, la mayoría acude a un médico; segundo, para evitar que transmitan el virus a sus bebés; tercero, porque su tratamiento es el más sencillo y barato. A diferencia que en el caso de las personas con sida (el conjunto de enfermedades que aparece cuando el sistema inmunitario ya está tan deteriorado que no puede evitar las infecciones llamadas oportunistas), no hay que mantenerles la medicación durante toda la vida. Basta con hacerlo durante unos meses antes y después de dar a luz (si van a amamantar a sus bebés). Y es suficiente con administrarles -a pesar de los recelos mostrados por algunos dirigentes africanos- un sólo fármaco, la nevirapina. Por lo que, además, se trata de una medida barata. Con este sistema la directora de la OMS, Margaret Chan, calcula que se han evitado 200.000 transmisiones materno-infantiles desde 2001.

Y es, al escarbar en las cifras, donde se ven algunos de los trucos de Onusida. En un año, 2009, donde ha habido cambio de director y en el que hay problemas para financiar los programas, la manera de presentar los datos juega su papel. A diferencia de otros años, el organismo ya no da una previsión para este año; repite los de 2008. De esta manera por lo menos intentan evitar que las fluctuaciones de los datos se deban a nuevos sistemas de cálculo, y no a que de verdad haya nuevas tendencias en el transcurrir de la epidemia.
Lo que no se puede negar a los informes de Onusida es que, a pesar de que durante 10 años han manejado siempre la misma información, siempre son capaces de buscar un enfoque nuevo. Una de las aportaciones del trabajo de este año es una reflexión que parece destinada a acallar algunas críticas. Se trata de quienes opinan que el sida -con su estigma asociado de enfermedad transmitida por comportamientos que se podrían evitar o pecaminosos- se lleva demasiada atención y fondos. El informe destaca que los programas de atención a los infectados funcionan mejor cuando se integran en políticas sanitarias globales, y viceversa: se puede aprovechar que los infectados acuden a centros sanitarios para detectar otras enfermedades infecciosas, como la tuberculosis.
También se señalan las carencias de los programas de prevención. En Europa Oriental, ya no basta con atender a los usuarios de drogas inyectadas. Empieza a haber un problema también con sus parejas. En África, la prevención de la transmisión por vía heterosexual ha dejado fuera no solo a quienes tienen relaciones homosexuales (que en muchos países son incluso perseguidos legalmente, lo que impide que accedan a los sistemas sanitarios), sino que también dejan fuera a las viudas, divorciadas, parejas estables o, simplemente, ante la progresiva disminución de la edad de los afectados, a los mayores d 25 años, que se encuentran con que los grupos de autoapoyo -una de las claves de un continente donde el trabajo comunitario es clave- son un conjunto de adolescentes con los que tienen muy poco en común, aparte del virus. También se destaca el papel creciente de los casos de hombres que tienen sexo con hombres (se prefiere esta definición a la de gays u homosexuales ya que se centra en la vía de transmisión y no en un estilo de vida).

El informe no incluye ninguna mención a España, donde se supone que hay unas 150.000 personas con el virus (tampoco aquí hay un registro estatal con el número de infectados), de las que alrededor de un 30% ni siquiera lo sabe (una cifra que en 2007, referida a la población infectada por prácticas homosexuales sin protección, alcanzaba el 50%).

miércoles, noviembre 25, 2009



Un mensaje de Kevin Jenkins, el recién nombrado Presidente de Visión Mundial Internacional


Hola, mi nombre es Kevin Jenkins y es un honor para mí guiar a una de las agencias humanitarias más importantes del mundo.

Como un voluntario de Visión Mundial durante los pasados 10 años, he llegado a conocer la organización bien y me ha impresionado muchísimo su gente y su impacto.

Por más de 60 años, Visión Mundial ha estado ayudando a abordar la pobreza e injusticia entre las comunidades más pobres del mundo.

Hoy día trabajamos en casi 100 países. Entre nuestros 40.000 miembros tenemos expertos destacados en salud, microfinanzas, agricultura y educación.

No se desconcierte por nuestro tamaño, es una gran fuerza al atacar las causas complejas de la pobreza.

Pero, de hecho, es la profundidad de nuestro trabajo a nivel de las raíces lo que nos permite conocer a las personas, a los problemas y el potencial de las comunidades a las que servimos.

Ya sea en una aldea rural en Mozambique o en un barrio urbano en Bombay, nosotros estamos ahí, respondiendo rápidamente a los desastres naturales; estamos ahí, ayudando a los huérfanos que han perdido a sus padres; estamos ahí, ayudando a las niñas y a los niños para que desarrollen técnicas de vida y un interés en la educación durante toda la vida.

Como un resultado, cada año, traemos una trasformación de vida significativa a millones de las personas más marginadas del mundo: comunidad por comunidad, familia por familia, niño por niño, niña por niña.

Como una organización cristiana, Visión Mundial busca llevar esperanza a las personas más pobres del mundo, sin importar la tradición religiosa. Nuestra ayuda es incondicional. Nosotros no coaccionamos a ninguna persona a creer en lo que nosotros creemos.

Con cada uno(a) de los(las) niños(as) inmunizados(as), cada uno de los micropréstamos hechos y cada uno de los maestros educados, nuestro personal lleva la luz de Cristo, la esperanza por un futuro mejor.

Cada generación es responsable de hacer lo mejor que pueda con los recursos que tiene. Estoy muy emocionado por tantas oportunidades para hacer una diferencia para las personas que casi no son escuchadas en el mundo de hoy— especialmente las niñas y los niños.

Yo le invito a que se nos una. Juntos podemos hacer una diferencia a través de la pasión, el profesionalismo y un compromiso inflexible para ayudar a los hijos y a las hijas de Dios para que logren vida en toda su plenitud.

Esto es nuestra organización Visión Mundial.

EL PODER DE UNA PALALBRA


por Carlos Rey

Uno de los guerreros valientes del pueblo de Israel fue el juez llamado Jefté, de la región de Galaad. Cuenta la historia sagrada que tan pronto como derrotó a sus enemigos los amonitas, conquistando veinte de sus ciudades, Jefté tuvo que lidiar con sus presuntos hermanos de la tribu de Efraín. Éstos, con manifiesta desfachatez y hostilidad, le reclamaron a Jefté:

—¿Por qué fuiste a luchar contra los amonitas sin llamarnos para ir contigo? ¡Ahora prenderemos fuego a tu casa, contigo dentro!

Jefté respondió:

—Mi pueblo y yo estábamos librando una gran contienda con los amonitas y, aunque yo los llamé, ustedes no me libraron de su poder. Cuando vi que ustedes no me ayudarían, arriesgué mi vida, marché contra los amonitas, y el Señor los entregó en mis manos. ¿Por qué, pues, han subido hoy a luchar contra mí?1

Acto seguido, a Jefté le tocó pelear contra los de la tribu de Efraín y vencerlos a ellos también. Después de la derrota, cuando los sobrevivientes de Efraín procuraban cruzar inadvertidos el Jordán, los hombres de Galaad los detenían en los vados del río y los identificaban con sólo decirles que pronunciaran la palabra hebrea shibolet, que significa «corriente de agua». En aquellos tiempos el idioma hebreo presentaba ciertas diferencias dialectales en las diversas regiones de Palestina, y los de Galaad sabían que los de Efraín no pronunciaban las eses como ellos. De ahí que, en lugar de decir shibolet con la hache, pronunciando las consonantes «sh» algo más suave que una che, dijeran «sibolet» sin la hache intermedia, y de ese modo se descubrían. No podían ocultar su verdadera identidad. ¡Esa insignificante diferencia de pronunciación les costó la vida nada menos que a cuarenta y dos mil hombres!

Así como una sola palabra llegó a identificar y a delatar a aquellos hombres en los tiempos bíblicos de los jueces de Israel, y hasta determinó su destino, también una sola palabra nos identifica y nos delata a nosotros en la actualidad, sólo que en vez de determinar nuestro destino, muestra más bien nuestros orígenes. Se trata de la palabra «gracias», que pronunciándola así, con la ce como si fuera una ese sencilla, nos identifica como hispanoamericanos, mientras que si pronunciáramos la ce más cerca de la zeta de modo que sonara «grathias», nos identificaría como españoles de la península ibérica. Pero no es esa diferencia de pronunciación lo que revela nuestros orígenes, sino el modo en que la empleamos. Pues lo que nos caracteriza como personas que sabemos agradecer los favores recibidos es el haber aprendido a dar las gracias de un modo natural y no afectado, espontáneo y no forzado, sincero y no fingido, y regular y no esporádico, como quien lo hace de costumbre y por cultura. ¡Por algo será que a los niños de todas las edades y culturas se les ha enseñado lo importante que es emplear la palabra «gracias» con liberalidad, como evidencia de buenos modales, buenas costumbres y buena educación!
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1 Jue 12:1-3
www.conciencia.net

viernes, noviembre 20, 2009

EL Pais donde los niños nacen condenados



Ramón Lobo nos contaba hace unas semanas la historia de Omid, el niño que vende zumos de fruta en las calles de Kabul.

Cada día abre el puesto de la calle Shani Now, en el corazón de Kabul, a las ocho de la mañana y lo cierra pasadas las nueve.

Tiene 12 años, los ojos grandes y unos dientes que se le adelantaron al resto del cuerpo en eso de llegar a hombre. Asegura que acude a la escuela cuando su padre le da el relevo, pero son ya las once de la mañana y eso, al menos hoy, no hay sucedido.

Omid es pobre, como la mayoría de los niños de esta ciudad llena de pequeñas historias de esperanza.

Trabaja seis días por semana. Cierran los viernes, el día santo de los musulmanes. Tiene suerte porque en muchos de los oficios que pueblan la ciudad descansar un día es cosa de ricos, o quizá mejor, de clase media, que los ricos libran dos.

Niños como Omid dan vueltas y vueltas a la pobreza sin hallar una puerta de salida, una escapatoria, y son tantos que al final es el país entero, con sus guerras y tradiciones, lo que da vueltas a un tiovivo.

Los niños como Omid son, paradójicamente, los que lo han conseguido. Afganistán tiene una desmesurada tasa de mortalidad infantil del 25,7% y es hoy en día, según el informe de la ONU, el peor país del mundo para nacer.

Los niños afganos nacen condenados. Uno de cada cuatro, como hemos visto, a muerte. Los supervivientes lo están a la pobreza, la guerra, la ignorancia y a las extremas dificultades del territorio que la intervención internacional no alcanza a aliviar.

El caso de Omid es frecuente. El 38% de los niños afganos trabaja, y uno de cada cuatro no está escolarizado. Un tercio no tiene acceso a servicios sanitarios, lo cual es una preocupación secundaria para una población que en un 70% no tiene asegurada el agua potable.

Aproximadamente la mitad se casará antes de cumplir los 16, en matrimonios forzados que conducen a niveles de abusos sexuales a menores que nos horrorrizarían si los conociéramos. La verdad es que no pueden contabilizarse ni combatirse, porque en el país esto no se reconoce como un problema.

Pero el principal factor de inseguridad es la guerra. No se trata sólo de los niños que mueren por los bombardeos de la OTAN y los ataques de la guerrilla talibán, también se dan abusos en otros niveles. Los talibanes reclutan niños como soldados e incluso los utilizan en atentados suicidas, mediante promesas, chantajes y amenazas a sus familias.

Por su implicación por los talibanes - o por cualquier otro motivo - más de 220 niños han sido detenidos ilegalmente hasta ahora por las fuerzas de seguridad. Tres de ellos acabaron incluso en manos de la coalición internacional en la siniestra prisión de Bagram.

La polio es otro de los principales flagelos, los niños que sobrevivan a ella quedarán marcados de por vida. Los gobiernos afgano y paquistaní anunciaron a bombo y platillo esta semana una ambiciosa campaña de vacunación. Ahora sabemos que no llegará a toda la población de Afganistán porque la ONU ha tenido que retirar a su personal tras los ataques insurgentes.

La escuela tampoco sirve de refugio. Al contrario, es uno de los objetivos más odiados de los talibanes. 317 escuelas afganas fueron atacadas el año pasado, causando 214 muertos y 290 heridos.

Hoy 20 de noviembre conmemoramos la Convención de los Derechos del Niño. Los resultados invitan a un moderado optimismo. Algo se está logrando.

El texto indica que la cifra anual de muertes de menores de cinco años en el mundo ha descendido de 12,5 millones en 1990 a 9 millones en el 2008, pero aún 4 millones de recién nacidos mueren durante su primer mes de vida, y otros 4 millones fallecen antes de cumplir los 5 años por tres causas: diarrea, paludismo o neumonía.

El número de niños no escolarizados descendió de 115 millones en 2002 a 101 millones en 2007. Sin embargo, esos 101 millones de menores no acuden a la escuela primaria, y son más las niñas que los niños.

Relatos como el de Omid nos permiten ponerle rostro a las cifras de la estadística. Imaginemos 100 millones de historias como la suya, las vidas de los niños que todavía no pueden permitirse el lujo de ser niños.

miércoles, noviembre 18, 2009

TORMENTA TROPICAL IDA EN EL SALVADOR

Un Milagro para Jairo y Melvin



Está es parte de la calle por donde fue arrastrada Emilia con sus hijos,
durante la inundación. Estas son las piedras y palos que pudieron
haber sido causa de la muerte de los niños.



Estos son los restos de la casa de Emilia. Ahora ella y sus hijos
han quedado desprotegidos, sin una vivienda diga,
ni pertenencias personales



Emilia junto a sus hijos Jairo de 5 meses de edad y Melvin de
2 años, quienes son sobrevivientes a la tormenta tropical
Ida que afectó fuertemente a San Vicente.

Por Katia Maldonado, Comunicaciones Visión Mundial El Salvador

El Salvador.- El sol ha comenzado a brillar en El Salvador, pero para muchas familias del departamento de San Vicente el panorama parece aún sombrío…continúa la búsqueda de sus seres queridos, que fueron arrastrados por las inundaciones provocadas por el paso de la tormenta tropical Ida, en la madrugada del 8 de noviembre.

La comunidad San José, del municipio de Tepetitán, fue una de las más afectadas por los deslaves de tierra e inundaciones. Al recorrer las calles tapizadas de lodo y llenas de piedras y palos de diversos tamaños, el corazón se estremece al oír las dolorosas historias contadas por los sobrevivientes, quienes recuerdan que por esos caminos pasaron los cuerpos de sus seres queridos, muchos ya sin vida.

Entre las personas que fueron arrastradas, por alrededor de dos cuadras de distancia, se encuentra Emilia con sus dos hijos, Jairo y Melvin Alfaro de 5 meses y 2 años de edad respectivamente.

“Era como la una de la mañana cuando oímos un ruido fuerte. Era la tormenta que arrasaba con todo lo que encontraba. Agarré a los dos niños y nos subimos en el colchón de la cama. Pero perdí el equilibrio y me caí con el bebé (Jairo) en brazos. Sólo Melvin siguió sobre el colchón siendo arrastrado. Al caerme, trate de llegar a la casa de unos vecinos y les entregué a Jairo para que me lo limpiaran del lodo y le quitaran la ropa mojada; y me fui detrás de Melvin, pero ya no lo vi. Me regresé por la angustia de que mis vecinos también fueran arrastrados con mi bebé. Fue angustiante. A los cuarenta minutos me avisaron que habían encontrado a Melvin, corrí… y lo encontramos soterrado de lodo hasta la cintura, pero gracias a Dios estaba vivo.” Sólo la mano de Dios pudo guardar a estos pequeños de la muerte. Milagrosamente Melvin tiene solamente unos pequeños rasguños en su cuerpo. Los tres, madre e hijos, están totalmente fuera de peligro, aunque muy asustados por lo acontecido.

Emilia es madre soltera, y ahora ha quedado sin una vivienda digna, pues su casa de lámina fue totalmente destruida…han perdido todo. Unido a esto lo poco que podían rescatar, fue robado por delincuentes que están aprovechándose de la situación que están viviendo las familias afectadas. Actualmente ha sido alojada en la casa de unos parientes. “Me duele haber perdido todo, pero esas eran cosas materiales. Lo importante es que tengo a mis hijos sanos y salvos,” comenta Emilia.

La familia de Emilia celebra la vida de los niños, pero al mismo tiempo lloran la pérdida de cinco seres queridos: la mamá de Emilia y cuatro hermanos más, entre ellos un registrado por el Programa Tepetitán, financiado por Visión Mundial.

En San Vicente se registran más de 2 mil personas refugiadas en 12 albergues y se contabilizan 63 fallecidos. El Programa Tepetitán está apoyando a las familias afectadas con ropa y alimentos, así como también ha entregado un donativo de $442,488 para las entidades gubernamentales, para que éstas sean distribuidas de acuerdo a necesidad nacional y $78, 650 a las áreas de trabajo de Visión Mundial en San Vicente y Usulután.

Huracan IDA




Historia de Sonia Durán

"Quiero estar en el campo ayudando"
dice Sonia, Asistente de Patrocinio de Programa Tepetitán

By: Katia Maldonado / Oficial de Comunicaiones

La tormenta Tropical Ida, despojó de su vivienda y demás pertenencias personales a Sonia Durán y sus dos hijos de nueve y tres años de edad. Sonia forma parte del equipo de trabajo del Programa Tepetitán, financiado por Visión Mundial en San Vicente.

A raíz de la catástrofe, sus sueños ahora son volver a tener una vivienda digna, y contribuir con el Programa Tepetitán a llevar auxilio y esperanza a los niños y niñas de San Vicent


La tormenta Tropical Ida, despojó de su vivienda y demás pertenencias personales a Sonia Durán y sus dos hijos de nueve y tres años de edad. Sonia forma parte del equipo de trabajo del Programa Tepetitán, financiado por Visión Mundial en San Vicente. A raíz de la catástrofe, sus sueños ahora son volver a tener una vivienda digna, y contribuir con el Programa Tepetitán a llevar auxilio y esperanza a los niños y niñas de San Vicente.

Sonia cuenta que está con sentimientos encontrados, por un lado quiere estar con sus pequeños hijos, quienes están aún muy afectados sicológicamente por lo ocurrido, y por otro lado quiere unirse al esfuerzo de Visión Mundial para ayudar a las familias que han sido afectadas material, emocional y espiritualmente. "Como estoy un poco golpeada, a causa de la caída que tuve cuando salí con mis hijos, el día de la inundación, no me he podido incorporar al trabajo. Pero quiero estar en el campo ayudando. Quiero saber cómo están los niños y niñas que visito en las comunidades," comenta.

Sonia recuerda que el día de la inundación, llegó muy cansada del trabajo y se durmió temprano. Como a la una de la mañana, su madre, pudo ver como la tormenta había crecido la quebrada que pasa por su casa, y las inmensas olas estaban a punto de cubrir la vivienda. "Dice mi mamá que me tocaba la puerta, pero yo estaba bien dormida, y ella se puso a llorar de la desesperación, allí desperté y abrí la puerta. Mi mamá nos dijo a mis hermanos y a mí que saliéramos con los niños. Salí corriendo, pero me deslicé y me golpeé la cadera, sólo le pedí fuerzas a Dios para levantarme y poner a salvo a mis hijos. Llegamos hasta donde unos vecinos a refugiarnos. Ahora estoy en casa de una prima que me ha dado albergue." La casa de Sonia está inhabitable. Las camas, muebles, electrodomésticos, ropa, todo está dañado por el lodo que inundó la vivienda.

Ángel Hernández (9 años) y Estefani Hernández (3 años), hijos de Sonia están fuertemente impresionados por lo sucedido, no han querido ni visitar el lugar, después de la tragedia. "Mi hijo pasa tomando café porque dice que no quiere dormir porque sueña con las olas, y le da mucho miedo," comenta. "En estos momentos lo que más necesitamos es una vivienda porque la casa está inhabitable y prácticamente estamos en la calle. Me preocupan los niños. No queremos sacar nada de la casa porque está todo dañado por el lodo, y no queremos exponer a que los niños se enfermen. Ahorita me siento imposibilitada, porque me doy cuenta de tanta gente sin casa, niños sin sus padres... eso me duele, porque son niños que conozco. De las comunidades que atiendo me han contado de dos niños fallecidos. Mi deseo es unirme a la ayuda, darle fe y esperanza en Dios a la gente," finaliza.

Sonia es la encargada de atender las comunidades de los municipios de Tepetitán, San Cayetano, Istepeque y algunas de San Vicente. Ella vive en la comunidad "Cuesta la Gloria", donde hay unas 10 casas, las cuales han quedado con daños de gravedad. Los vecinos están aún removiendo entre los escombros para ver si es posible rescatar algo. Pero ella aún teme entrar a la casa, dice que el mal olor que ha provocado el lodo le afecta.

El Programa Tepetitán ha llevado ayuda a estas familias consistente en un kit de higiene personal (cepillo, pasta de dientes, toallas sanitarias, jabón, champú) y frazadas. Sonia también recibió un paquete de este donativo, el cual sin duda alguna le servirá para ella y sus hijos. "Ahora si puedo sentir la alegría que tiene la gente cuando le llevamos ayuda departe del Programa, uno se siente apoyado con lo que recibe," finaliza Sonia.

Por las mujeres de nuestra ciudad...




"Se inundarán en llanto mis ojos, sin cesar y sin consuelo, hasta que desde el cielo el Señor se digne mirarnos. Me duele en lo más profundo del alma ver sufrir a las mujeres de mi ciudad" (Lam.3:49-51)

Líder:
Inseguridad. Peligros. Violencia. Miedo. Desconfianza. Destrucción. Pánico. Angustia. Parálisis. Muerte...
Congregación:
Las calles del pueblo y de la ciudad cada vez nos parecen más inseguras y cruentas. Estamos preocupados y el tema recurrente forma parte de los debates diarios entre los familiares, los amigos, los ciudadanos. Muchos no quieren salir de sus casas. Otros lo hacemos con temor y zozobra. Cambian las costumbres sociales. Reina la desesperanza.
Las calles del pueblo y de la ciudad se nos volvieron temibles enemigas.

Líder:
Es una realidad. Sin embargo, las mismas y peores vivencias las tienen quienes padecen maltrato en sus propios hogares, en sus propias familias.
¡¿Cómo?! ¿El hogar no es un lugar seguro? ¿La familia no garantiza las relaciones más cercanas, cálidas y estimulantes? ¿No son los padres y las madres los que alientan el crecimiento integral de los hijos? ¿No se trata el vínculo conyugal del más íntimo y confiable? ¿No despiertan los más frágiles de la familia Ðmujeres, niños, ancianos y discapacitados- las actitudes normales de protección y cuidado?
Las respuestas afirmativas conformarían el diseño original de Dios para la familia. Un espacio de amor y contención donde todos y todas Ðgrandes y chicos, hombres y mujeres- pudieran crecer en el contexto de amor y seguridad necesarios para la salud integral de todos sus miembros. Ya sabemos: el pecado arruinó el perfecto plan de Dios.

Congregación
:
Pero no sirve o no alcanza con lamentarse sobre esta triste realidad que se repite de generación a generación.
Dios se dignó a mirarnos. Jesucristo es la provisión de Dios para la restauración del ser humano.
Ahora, como hijos e hijas del Dios de Jesucristo, confesamos que no siempre hemos actuado de acuerdo a la voluntad del Creador en nuestras relaciones interpersonales, dentro y fuera de la familia.
Además, reconocemos que muchas veces hemos sido indiferentes y no hemos tenido misericordia frente a las víctimas de violencia, y así no hemos sabido transmitir el amor de Dios por ellas.
Líder:
Por eso, con la ayuda de Dios, nos comprometemos a:
Congregación:
- Declarar que toda forma de violencia, como expresión del abuso de poder de un ser humano sobre otro, es contraria al designio de Dios.
- Vivir consecuentemente a esta declaración en todas nuestros vínculos interpersonales, dentro y fuera del hogar. Más allá de los roles de autoridad que nos toque ejercer, nos esforzaremos por respetar la dignidad de nuestro prójimo de modo que sea evidente en nuestra forma de tratarlo.
- Ayudar de modo concreto y práctico a las víctimas de cualquier forma de maltrato.
- Ser promotores de paz y de relaciones equitativas, en todos los medios en que nos toca actuar, empezando por la propia familia.
Señor: todos juntos te pedimos que vuelva la alegría, la confianza, la seguridad y la esperanza. A la familia, al pueblo, a la ciudad. Amén