miércoles, noviembre 18, 2009

TORMENTA TROPICAL IDA EN EL SALVADOR

Un Milagro para Jairo y Melvin



Está es parte de la calle por donde fue arrastrada Emilia con sus hijos,
durante la inundación. Estas son las piedras y palos que pudieron
haber sido causa de la muerte de los niños.



Estos son los restos de la casa de Emilia. Ahora ella y sus hijos
han quedado desprotegidos, sin una vivienda diga,
ni pertenencias personales



Emilia junto a sus hijos Jairo de 5 meses de edad y Melvin de
2 años, quienes son sobrevivientes a la tormenta tropical
Ida que afectó fuertemente a San Vicente.

Por Katia Maldonado, Comunicaciones Visión Mundial El Salvador

El Salvador.- El sol ha comenzado a brillar en El Salvador, pero para muchas familias del departamento de San Vicente el panorama parece aún sombrío…continúa la búsqueda de sus seres queridos, que fueron arrastrados por las inundaciones provocadas por el paso de la tormenta tropical Ida, en la madrugada del 8 de noviembre.

La comunidad San José, del municipio de Tepetitán, fue una de las más afectadas por los deslaves de tierra e inundaciones. Al recorrer las calles tapizadas de lodo y llenas de piedras y palos de diversos tamaños, el corazón se estremece al oír las dolorosas historias contadas por los sobrevivientes, quienes recuerdan que por esos caminos pasaron los cuerpos de sus seres queridos, muchos ya sin vida.

Entre las personas que fueron arrastradas, por alrededor de dos cuadras de distancia, se encuentra Emilia con sus dos hijos, Jairo y Melvin Alfaro de 5 meses y 2 años de edad respectivamente.

“Era como la una de la mañana cuando oímos un ruido fuerte. Era la tormenta que arrasaba con todo lo que encontraba. Agarré a los dos niños y nos subimos en el colchón de la cama. Pero perdí el equilibrio y me caí con el bebé (Jairo) en brazos. Sólo Melvin siguió sobre el colchón siendo arrastrado. Al caerme, trate de llegar a la casa de unos vecinos y les entregué a Jairo para que me lo limpiaran del lodo y le quitaran la ropa mojada; y me fui detrás de Melvin, pero ya no lo vi. Me regresé por la angustia de que mis vecinos también fueran arrastrados con mi bebé. Fue angustiante. A los cuarenta minutos me avisaron que habían encontrado a Melvin, corrí… y lo encontramos soterrado de lodo hasta la cintura, pero gracias a Dios estaba vivo.” Sólo la mano de Dios pudo guardar a estos pequeños de la muerte. Milagrosamente Melvin tiene solamente unos pequeños rasguños en su cuerpo. Los tres, madre e hijos, están totalmente fuera de peligro, aunque muy asustados por lo acontecido.

Emilia es madre soltera, y ahora ha quedado sin una vivienda digna, pues su casa de lámina fue totalmente destruida…han perdido todo. Unido a esto lo poco que podían rescatar, fue robado por delincuentes que están aprovechándose de la situación que están viviendo las familias afectadas. Actualmente ha sido alojada en la casa de unos parientes. “Me duele haber perdido todo, pero esas eran cosas materiales. Lo importante es que tengo a mis hijos sanos y salvos,” comenta Emilia.

La familia de Emilia celebra la vida de los niños, pero al mismo tiempo lloran la pérdida de cinco seres queridos: la mamá de Emilia y cuatro hermanos más, entre ellos un registrado por el Programa Tepetitán, financiado por Visión Mundial.

En San Vicente se registran más de 2 mil personas refugiadas en 12 albergues y se contabilizan 63 fallecidos. El Programa Tepetitán está apoyando a las familias afectadas con ropa y alimentos, así como también ha entregado un donativo de $442,488 para las entidades gubernamentales, para que éstas sean distribuidas de acuerdo a necesidad nacional y $78, 650 a las áreas de trabajo de Visión Mundial en San Vicente y Usulután.

Huracan IDA




Historia de Sonia Durán

"Quiero estar en el campo ayudando"
dice Sonia, Asistente de Patrocinio de Programa Tepetitán

By: Katia Maldonado / Oficial de Comunicaiones

La tormenta Tropical Ida, despojó de su vivienda y demás pertenencias personales a Sonia Durán y sus dos hijos de nueve y tres años de edad. Sonia forma parte del equipo de trabajo del Programa Tepetitán, financiado por Visión Mundial en San Vicente.

A raíz de la catástrofe, sus sueños ahora son volver a tener una vivienda digna, y contribuir con el Programa Tepetitán a llevar auxilio y esperanza a los niños y niñas de San Vicent


La tormenta Tropical Ida, despojó de su vivienda y demás pertenencias personales a Sonia Durán y sus dos hijos de nueve y tres años de edad. Sonia forma parte del equipo de trabajo del Programa Tepetitán, financiado por Visión Mundial en San Vicente. A raíz de la catástrofe, sus sueños ahora son volver a tener una vivienda digna, y contribuir con el Programa Tepetitán a llevar auxilio y esperanza a los niños y niñas de San Vicente.

Sonia cuenta que está con sentimientos encontrados, por un lado quiere estar con sus pequeños hijos, quienes están aún muy afectados sicológicamente por lo ocurrido, y por otro lado quiere unirse al esfuerzo de Visión Mundial para ayudar a las familias que han sido afectadas material, emocional y espiritualmente. "Como estoy un poco golpeada, a causa de la caída que tuve cuando salí con mis hijos, el día de la inundación, no me he podido incorporar al trabajo. Pero quiero estar en el campo ayudando. Quiero saber cómo están los niños y niñas que visito en las comunidades," comenta.

Sonia recuerda que el día de la inundación, llegó muy cansada del trabajo y se durmió temprano. Como a la una de la mañana, su madre, pudo ver como la tormenta había crecido la quebrada que pasa por su casa, y las inmensas olas estaban a punto de cubrir la vivienda. "Dice mi mamá que me tocaba la puerta, pero yo estaba bien dormida, y ella se puso a llorar de la desesperación, allí desperté y abrí la puerta. Mi mamá nos dijo a mis hermanos y a mí que saliéramos con los niños. Salí corriendo, pero me deslicé y me golpeé la cadera, sólo le pedí fuerzas a Dios para levantarme y poner a salvo a mis hijos. Llegamos hasta donde unos vecinos a refugiarnos. Ahora estoy en casa de una prima que me ha dado albergue." La casa de Sonia está inhabitable. Las camas, muebles, electrodomésticos, ropa, todo está dañado por el lodo que inundó la vivienda.

Ángel Hernández (9 años) y Estefani Hernández (3 años), hijos de Sonia están fuertemente impresionados por lo sucedido, no han querido ni visitar el lugar, después de la tragedia. "Mi hijo pasa tomando café porque dice que no quiere dormir porque sueña con las olas, y le da mucho miedo," comenta. "En estos momentos lo que más necesitamos es una vivienda porque la casa está inhabitable y prácticamente estamos en la calle. Me preocupan los niños. No queremos sacar nada de la casa porque está todo dañado por el lodo, y no queremos exponer a que los niños se enfermen. Ahorita me siento imposibilitada, porque me doy cuenta de tanta gente sin casa, niños sin sus padres... eso me duele, porque son niños que conozco. De las comunidades que atiendo me han contado de dos niños fallecidos. Mi deseo es unirme a la ayuda, darle fe y esperanza en Dios a la gente," finaliza.

Sonia es la encargada de atender las comunidades de los municipios de Tepetitán, San Cayetano, Istepeque y algunas de San Vicente. Ella vive en la comunidad "Cuesta la Gloria", donde hay unas 10 casas, las cuales han quedado con daños de gravedad. Los vecinos están aún removiendo entre los escombros para ver si es posible rescatar algo. Pero ella aún teme entrar a la casa, dice que el mal olor que ha provocado el lodo le afecta.

El Programa Tepetitán ha llevado ayuda a estas familias consistente en un kit de higiene personal (cepillo, pasta de dientes, toallas sanitarias, jabón, champú) y frazadas. Sonia también recibió un paquete de este donativo, el cual sin duda alguna le servirá para ella y sus hijos. "Ahora si puedo sentir la alegría que tiene la gente cuando le llevamos ayuda departe del Programa, uno se siente apoyado con lo que recibe," finaliza Sonia.

Por las mujeres de nuestra ciudad...




"Se inundarán en llanto mis ojos, sin cesar y sin consuelo, hasta que desde el cielo el Señor se digne mirarnos. Me duele en lo más profundo del alma ver sufrir a las mujeres de mi ciudad" (Lam.3:49-51)

Líder:
Inseguridad. Peligros. Violencia. Miedo. Desconfianza. Destrucción. Pánico. Angustia. Parálisis. Muerte...
Congregación:
Las calles del pueblo y de la ciudad cada vez nos parecen más inseguras y cruentas. Estamos preocupados y el tema recurrente forma parte de los debates diarios entre los familiares, los amigos, los ciudadanos. Muchos no quieren salir de sus casas. Otros lo hacemos con temor y zozobra. Cambian las costumbres sociales. Reina la desesperanza.
Las calles del pueblo y de la ciudad se nos volvieron temibles enemigas.

Líder:
Es una realidad. Sin embargo, las mismas y peores vivencias las tienen quienes padecen maltrato en sus propios hogares, en sus propias familias.
¡¿Cómo?! ¿El hogar no es un lugar seguro? ¿La familia no garantiza las relaciones más cercanas, cálidas y estimulantes? ¿No son los padres y las madres los que alientan el crecimiento integral de los hijos? ¿No se trata el vínculo conyugal del más íntimo y confiable? ¿No despiertan los más frágiles de la familia Ðmujeres, niños, ancianos y discapacitados- las actitudes normales de protección y cuidado?
Las respuestas afirmativas conformarían el diseño original de Dios para la familia. Un espacio de amor y contención donde todos y todas Ðgrandes y chicos, hombres y mujeres- pudieran crecer en el contexto de amor y seguridad necesarios para la salud integral de todos sus miembros. Ya sabemos: el pecado arruinó el perfecto plan de Dios.

Congregación
:
Pero no sirve o no alcanza con lamentarse sobre esta triste realidad que se repite de generación a generación.
Dios se dignó a mirarnos. Jesucristo es la provisión de Dios para la restauración del ser humano.
Ahora, como hijos e hijas del Dios de Jesucristo, confesamos que no siempre hemos actuado de acuerdo a la voluntad del Creador en nuestras relaciones interpersonales, dentro y fuera de la familia.
Además, reconocemos que muchas veces hemos sido indiferentes y no hemos tenido misericordia frente a las víctimas de violencia, y así no hemos sabido transmitir el amor de Dios por ellas.
Líder:
Por eso, con la ayuda de Dios, nos comprometemos a:
Congregación:
- Declarar que toda forma de violencia, como expresión del abuso de poder de un ser humano sobre otro, es contraria al designio de Dios.
- Vivir consecuentemente a esta declaración en todas nuestros vínculos interpersonales, dentro y fuera del hogar. Más allá de los roles de autoridad que nos toque ejercer, nos esforzaremos por respetar la dignidad de nuestro prójimo de modo que sea evidente en nuestra forma de tratarlo.
- Ayudar de modo concreto y práctico a las víctimas de cualquier forma de maltrato.
- Ser promotores de paz y de relaciones equitativas, en todos los medios en que nos toca actuar, empezando por la propia familia.
Señor: todos juntos te pedimos que vuelva la alegría, la confianza, la seguridad y la esperanza. A la familia, al pueblo, a la ciudad. Amén