martes, enero 06, 2009

¿Cómo reconocer a los falsos profetas?


Juan Stam, Costa Rica

Personalmente, creo que Dios habla hoy por medio de mensajes proféticos. ¡Claro que sí! Dios no se ha quedado mudo ni ha dejado de hablarnos por su Espíritu.
Creo en el don profético, pero no creo para nada en la mayoría de las adivinaciones maquilladas de "profecía" que abundan en nuestro tiempo.
No creo en profetas sin mensaje profético, ni en "movimientos proféticos" en los que se mueve cualquier otro espíritu que no sea el Espíritu que inspiraba a los antiguos profetas de Yahvéh.
A través de la historia, la profecía fiel y verdadera siempre ha estado acompañada por la falsa profecía, como si fuera su propia sombra. Nuestra época no es ninguna excepción.
La profecía es un don muy peligroso e incómodo, por muchas razones.
Una de ellas es lo difícil de distinguir entre profecía fiel y falsa profecía.
La misma Biblia, desde Deuteronomio hasta Jeremías, da una variedad de criterios muy distintos pero no parecen ser definitivos o incondicionales; casi siempre hay excepciones a cualquiera de ellos. Pero a la vez, la existencia de las dos "profecías", la falsa y la que realmente es de Dios, nos obliga a optar a favor o en contra de cada pretendida profecía.
Y en el caso de profecía falsa, la misma exigencia implacable del mensaje profético no nos permite callar. El mismo Espíritu de los profetas nos obliga a levantar la voz en denuncia valiente, pero ... ¿si nos hemos equivocado, como siempre es posible, podríamos estar oponiéndonos a una auténtica palabra de Dios? En mi lucha personal por ser fiel al Señor, al Yahvé que también hoy nos habla, lo que más me ha ayudado es medir a todo supuesto profeta por su prototipo normativo, o sea, compararlos con los profetas bíblicos para ver si se parecen. Si no corresponden a ese modelo, tengo razones para sospechar que estoy frente a un caso de profecía falsa. Sin pretender dar respuestas finales, me permito sugerir algunas de las pautas bíblicas que nos pueden orientar para reconocer a los falsos profetas:
(1) Cuando un dizque profeta se limita al vaticinio, sin traer un mensaje de Dios para nuestra vida, hay que dudar de él o ella. En la Biblia, la profecía predictiva nunca es una finalidad en sí sino que es sólo una parte, casi siempre (o siempre) muy secundaria, del mensaje profético.
El mensaje no está en las predicciones mismas, sino ellas vienen en función del mensaje.
Los profetas no son astrólogos sino predicadores.
Como hemos señalado en otros artículos, citando a "La lectura eficaz de la Biblia", no más de cinco por ciento de los escritos proféticos tiene que ver con el futuro, visto desde el tiempo del profeta, y menos de un por ciento puede ser futuro todavía para nosotros hoy.
¿Y qué del otro 95 por ciento? Bueno, junto con las mismas profecías predictivas, todo eso tiene carácter ético, como mensaje al pueblo y sus líderes.
Podemos decir, sin exagerar mucho, que frente a un cinco por ciento que es predictivo, un cien por ciento de los escritos proféticos es ético, mayormente social, económico y político.
Basta leer esos libros, y los relatos de Samuel, Natán, Elías y Eliseo, para descubrir esta verdad muchas veces olvidada.
Jeremías plantea muy claramente un criterio ético para reconocer a los falsos profetas:
"Si hubieren estado en mi consejo, habrían proclamado mis palabras a mi pueblo:
lo habrían hecho volver de su mal camino y de sus malas acciones" (Jer 23:22).
Cuando oímos o leemos supuestas profecías, siempre debemos preguntarnos:
¿Cuál es el mensaje ético de esta profecía? Los profetas fieles no perdían tiempo en simples predicciones; dejaban eso a los adivinos.
Profecía predictiva sin mensaje ético profético, huele muy fuertemente a profecía falsa.
Casi seguro es adivinación en vez de profecía fiel.
Cuando Dios habla proféticamente, es para algo serio, no para entretenernos o impresionarnos con predicciones triviales.
Una buen prueba para las profecías puede ser preguntarnos, ¿Cómo obedezco esta profecía? Claro, una profecía falsa puede exigir también una obediencia errada, pero si una profecía no exige ninguna acción de obediencia, muy probablemente es adivinación y no verdadera profecía. (2) Los profetas bíblicos profetizaban a partir de un profundo conocimiento de la realidad de su nación y generalmente daban razones bien fundadas para su mensaje.
Cuando uno lee a los profetas hebreos con una óptica socio-política, resulta sumamente impresionante su dominio analítico y crítico (o sea, profético) de las condiciones imperantes de la sociedad y de la historia de su tiempo. Otro tanto puede decirse de Juan de Patmos. Por su análisis económico del imperio romano, por ejemplo, Juan merece un doctorado en ciencias económicas (Ap 6:5-6; 13:16-18; 17:4; 18:3,7,11-17,23; ver "Apocalipsis y el imperio romano", en este sitio web). Los profetas eran los sociólogos, economistas y politólogos de su tiempo, aunque por la inspiración divina eran más que sólo eso.
Igualmente, con las profecías de hoy, debemos plantearnos tres preguntas: ¿En qué análisis de la realidad histórica se basan? ¿Qué actitud asumen hacia esa realidad? y ¿Qué acción proponen para nosotros en medio de la coyuntura que vivimos? La profecía bíblica no ocurre en el vacío, sino en medio de la historia y vinculada esencialmente con la historia de la salvación. Cualquier "profecía" desconectada de la historia, y de la voluntad de Dios para nosotros en medio de ella, muy probablemente es profecía falsa.
Mejor entonces recurrir a Nostradamus o el horóscopo, y no meter a Dios en tales especulaciones.
(3) Los profetas falsos se acomodaban al sistema vigente, muchas veces poniéndose incondicionalmente a las órdenes de los poderosos.
En cambio los profetas verdaderos, debido a su honestidad, vehemencia y valentía, mantenían relaciones muy tensas con las autoridades y con los profetas del sistema.
Las palabras del rey Acab a Elías valen para todos los profetas:
"¿Eres tu el perturbador de Israel?" (1 R 18:17).
Me parece que la gran mayoría de las profecías que escuchamos hoy día son sedantes y no podrían perturbar a nadie, ni mucho menos a los poderosos.
Más adelante, cuando los profetas profesionales de la corte profetizaron sólo bendiciones y éxito para Acab, éste quiso rechazar al profeta Micaías ben Imlá porque "me cae muy mal, porque nunca me profetiza nada bueno: sólo me anuncia desastres" (1 R 22:8).
El rey envió a un mensajero para traer a Micaías, y éste le dijo, "Mira, los demás profetas a una voz predicen el éxito del rey.
Habla favorablemente", a lo que Micaías respondió, "Tan cierto como que vive Yahvéh, ten la seguridad de que yo le anunciaré al rey lo que Yahvéh me diga" (22:13-14).
Micaías lo hizo, después de mofarse del rey y de los falsos profetas, y el rey se enojó tanto que ordenó al gobernador "echar en la cárcel a ese tipo, y no darle más que pan y agua" (22:27). Amós ofendió tanto a los ricos y cómodos de Samaria que lo sacaron por la fuerza del reino del norte.
(¡Qué ofensivo, llamar a las ricas de Samaria "vacas de Basán"!). Cuando el falso profeta Jananías profetizó, en nombre de Yahvéh Todopoderoso, que Dios iba a quebrar el yugo del rey de Babilonia, para devolver a los exiliados y los utensilios del templo, Jeremías le respondió; "A pesar de que Yahvéh no te ha enviado, tú has hecho que este pueblo confíe en una mentira.
Por eso, así dice Yahvé:
'Voy a hacer que desaparezcas de la faz de la tierra.
Puesto que has incitado a la rebelión contra Yahvéh, este mismo año morirás'" (Jer 28:16).
En el capítulo 23 Jeremías lanza una feroz denuncia contra los reyes como "pastores que destruyen el rebaño" (23:1) y después contra los profetas mentirosos (23:9-32) y contra las profecías falsas (23:33-48).
De los falsos profetas exclama Jeremías, "En cuanto a los profetas:
Se me parte el corazón en el pecho y se me estremecen los huesos.
Por causa de Yahvéh y de sus santas palabras, hasta parezco un borracho... Los profetas corren tras la maldad, y usan su poder para la injusticia.
Impíos son los profetas y los sacerdotes... Entre los profetas de Jerusalén he observado cosas terribles... viven en la mentira; fortalecen las manos de los malhechores... Los profetas de Jerusalén han llenado de corrupción todo el país" (23:9-15).
¿Qué diría Jeremías de nuestros profetas de hoy? ¿Y de nuestros partidos cristianos y políticos evangélicos? (Todo el capítulo de Jeremías 23 está lleno de enseñanzas para la iglesia hoy).
:Para los profetas fieles, callarse no estaba dentro de sus posibilidades.
La Palabra de Dios ardía en sus corazones y martillaban sus huesos (Jer 23:29).
No todos los profetas vaticinaron el futuro, pero todos ellos denunciaron el pecado, la corrupción y la injusticia.
Profeta no puede ser quien encubre o calla esas cosas.
Por eso, los profetas sufrieron la persecución, la cárcel, el exilio y hasta el asesinato (Mt 23:30-31).
Los profetas falsos tuvieron mucho mejor suerte, porque sólo decían lo que la gente quería escuchar y se cuidaban especialmente de no ofender a los poderosos.
"Curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo:
Paz., paz; y no hay paz" (Jer 6:14).
Igualmente los profetas de hoy, si nunca ofenden a nadie podemos estar seguros de que son profetas falsos.
Un "profeta inocuo" es una contradicción de términos.
(4) Este mismo capítulo de Jeremías nos da otra clave para contestar nuestra pregunta:
los falsos profetas pueden reconocerse porque usan livianamente el nombre de Dios.
En un sorprendente epílogo al capítulo 23, Dios prohíbe tajantemente que se usa la expresión "Oráculo (o Carga) de Dios" (23:33-40 hebreo).
Aunque ese mismo término es muy frecuente en otros pasajes, queda obvio del pasaje que los seudo-profetas la repetían frívola e irreverentemente para cualquier opinión caprichosa que se les ocurriera, y por eso el Señor les prohibió totalmente hablar en su nombre.
Hoy en día es alarmante la facilidad ligera con que nuestros profetas anuncian que "el Señor me ha dicho" o "tengo una palabra profética de Dios".
¿No será eso tomar en vano el nombre del Señor? Debe preocuparnos que nuestra situación se parezca tanto a los falsos profetas del tiempo de Jeremías.
¿No sería mejor un moratorio sobre las pretensiones de hablar en nombre de Dios, como el que Yahvé, evidentemente enojado, impuso sobre Israel?
(5) Para los profetas fieles, su misión era un sacrificio, más que un privilegio.
En ningún momento buscaban su beneficio propio.
Muchos de ellos no querían ser profetas (Moisés, Isaías, Jeremías), pero Dios los obligó.
En cambio, los falsos profetas disfrutaban como privilegio su oficio y su rango, y hasta lucraban de él.
Se creían dueños de su carisma, que empleaban no para servir sino para servirse, como seguidores del mercenario Balaam.
Por eso buscaban siempre agradar al público y complacer a los ricos y poderosos a quienes debían más bien denunciar. Para los mismos fines pretendían manipular a la gente, y aun manipular a Dios.
¡Qué parecido a nuestro tiempo!
CONCLUSIÓN:
El discernimiento entre profetas falsos y profetas verdaderos es uno de los problemas más difíciles de la teología y de nuestra vida cristiana.
No hay fórmulas mecánicas ni criterios invariables; todos tienen alguna excepción, incluso los que planteamos aquí.
En eso está la libertad de Dios de actuar dónde, cuándo y cómo él quiere.
Pero creo, y he visto, que estas orientaciones nos ponen el alerta contra abusos del oficio profético.
Al fin es un acto de fe, en la sincera convicción del corazón de cada cual, aceptar o no una supuesta profecía.
Pero estamos obligados a optar, y creo que es mayor el peligro de creer y seguir una falsa profecía que el de posiblemente mantener sanas reservas ante una profecía incierta, aunque pudiera ser verdadera. En ese caso, Dios podrá seguir hablándonos y guiándonos hacia mayor certidumbre.
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Fuente: Blog de Juan Stam

¿cúales son tus metas para el 2009?



Oscar Wilde escribió una vez:
“En este mundo existen sólo dos tragedias.
Una es no lograr lo que uno quiere, y la otra es lograrlo”
Muchos seres humanos han logrado más éxito del que habían imaginado que fuera posible, pero paradójicamente en la cumbre del éxito encuentran que se hallan profundamente insatisfechos. C.S. Lewis describe esta experiencia como“el dulce veneno de un falso infinito”.
Quisiera que reflexionemos acerca de cómo realizar nuestras metas en el año nuevo y también cómo evitar arruinar todo en solo un momento.
Podemos poner como ejemplo de alcanzar algo y arruinarlo luego el caso de muchos hombres que al lograr alcanzar la cima en logros económicos, pierden su familia, incluso a veces en poco tiempo pierden su capital, su prestigio y reputación tras alguna jovenzuela simpática. Hay varios casos de deportistas, modelos y músicos que logrando lo más alto del éxito pierden todo por meterse en la droga, algunos llegando incluso al suicidio.
Creo que el mismo peligro puede existir en cualquier área de la vida. Como teólogos y pastores debemos cuidar que no ocurra lo mismo en nuestras áreas de influencia (familia, iglesia, el mundo).
No hay nada de malo en esforzarse y lograr todos los éxitos posibles en nuestro ministerio. Pero hay un tremendo peligro cuando esto se vuelve el todo de la vida, pues si uno logra todo, de repente uno puede encontrar como el rey Salomón, el rey más sabio que existió sobre la tierra, que en uno de sus escritos señaló: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad. Todo es absurdo; ¡es como correr tras el viento!”
Los estudiosos del tema señalan que el consumismo ha vuelto la vida del hombre cada vez con menos sentido. Querer más y más… Me pregunto a donde estamos yendo dándoles a los niños y jóvenes la impresión de que teniendo…”éxito ministerial” y “prosperidad material”, lo tenemos “TODO”
La vida del ser humano en general está constituida por tres componentes. El componente vocacional: la profesión o ministerio de una persona. El componente relacional: la interrelación con otras personas y El componente de la interioridad : la relación con Dios y consigo mismo (orar, meditar, reflexionar, autoevaluarse, autocrítica, etc.).
Propongo una hipótesis que abría que estudiarla con mayor detenimiento: Tal vez el éxito vocacional (carrera, negocios, cuentas bancarias, prestigio en la iglesia y en el mundo, etc.) está siendo tan preponderante en muchos, que se está dejando de lado los otros dos componentes. Creo que el verdadero éxito personal se basa más en el componente relacional y en la interioridad. Trataré de explicarme:
El tener una relación genuina, basada en el amor y el compromiso, con personas significativas (especialmente los lazos familiares) se está perdiendo más y más, y aún en las familias de los “mejores ministros”. Hoy en día las relaciones son generalmente huecas y vacías. No hay tiempo para la esposa ni los hijos. Las amistades son mayormente basadas en lazos de la conveniencia. Las realizaciones sin relaciones están vacías. Demasiado tarde comprendemos que el éxito sin alguien con quien compartirlo, no es éxito.
El otro componente, el de la interioridad y la intimidad con Dios y con uno mismo es prácticamente dejado de lado. Se agotan las energías mentales tras el “éxito”. No hay tiempo para meditar, para reflexionar, para pensar, para analizarse a uno mismo. Los momentos de interioridad son los que dan verdadero sentido y significado a la vida. Allí es donde uno aprecia y valora las pequeñas cosas. Demasiado tiempo y energía a veces se invierte en el sector vocacional, y esto lleva inevitablemente a un trágico descuido de las demás facetas de la existencia.No estoy proponiendo dejar de trabajar o dejar de tener logros ministeriales.Solo digo que si equilibráramos las balanzas de nuestras vidas, tal vez encontremos más sentido a nuestra existencia.
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Lic. Wolfgang StreichWebsite: http://ftlparaguay.blogspot.com/

EN UNA FIESTA DE BODAS



Video Audio
por el Hermano Pablo

Era fiesta de bodas. ¿Se podrá pedir algo más feliz? Fiesta de bodas en Valencia, España.
Fiesta de bodas de Justino, un africano de Angola, y Marisabel, una bella valenciana.
La novia vestía de blanco, el novio de negro, y veinte invitados especiales, de chaqué.
Había, además, otros cincuenta convidados.
No bien entraron los flamantes esposos al restaurante de la fiesta, hizo su entrada la policía. Justino estaba acusado de vender drogas y de estafar a los clientes vendiéndoles heroína mezclada con arena.
Allí mismo, en medio de la fiesta nupcial, se armó tremenda batahola.
Hubo golpes, bastonadas y puntapiés, y todos terminaron en la comisaría.
De asistentes a una fiesta de bodas pasaron a reos de cárcel.
Lamentablemente no hay felicidad duradera en este mundo.
Del momento más feliz es posible caer en la desgracia más violenta, y todo eso en un instante.
Es cierto que muchas veces las desventuras se producen por accidente, algo imprevisto, pero en la mayoría de los casos la desgracia es el producto de causa y efecto. Así fue en esta boda.
Justino era un narcotraficante que sumaba al narcotráfico la estafa. Sabía lo que era dar gato por liebre.
Daba arena finamente molida en lugar de heroína. De ahí la denuncia a la policía, y de ahí también la intervención policial.
Impera en el mundo, en toda la humanidad, una ley inmutable.
Se llama la ley de la cosecha: «Cada uno cosecha lo que siembra» (Gálatas 6:7).
Casi nada de lo que nos ocurre es castigo de Dios, o ataque del diablo, u obra del destino o acción de demonios.
Más bien, casi todas las desgracias que sufrimos son consecuencias de nuestras propias malas acciones.
Podemos escoger nuestros hechos, pero no podemos escoger sus consecuencias.
El primer paso hacia una vida de paz y tranquilidad es nunca hacer algo que traiga consecuencias dañinas.
Pensemos bien todo lo que hacemos, y midamos bien sus consecuencias.
Una vez que la semilla se siembra, nadie puede alterar su fruto.
Una vez hecho el mal, nadie puede evitar sus consecuencias.
Hagámonos amigos de Cristo. Él puede y quiere salvarnos.
Lo hace dándonos la fuerza para llevar una vida limpia, recta y pura:
una vida que sólo cosechará fruto bueno y agradable.
Cristo regenera, purifica, salva y da nueva vida.
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http://www.conciencia.net/
UN MENSAJE A LA CONCIENCIA es una producción de la Asociación Hermano Pablo, entidad sin fines lucrativos que depende de los donativos de quienes la apoyan. Quiero donar ahora.

El valor del tiempo




Para darse cuenta del valor de un año,Pregúntale a un estudiante que ha fallado en un examen final.
Para darse cuenta del valor de un mes,Pregúntale a una madre que ha dado a luz a un bebe prematuro.
Para darse cuenta del valor de una semana,Pregúntale al editor de un diario semanal.
Para darse cuenta del valor de una hora,Pregúntale a los novios que esperan para verse.
Para darse cuenta del valor de un minuto,Pregúntale a la persona que ha perdido el tren, el autobús o el avión.
Para darse cuenta del valor de un segundo,Pregúntale a la persona que ha sobrevivido de un accidente.
Para darse cuenta del valor de un milisegundo,Pregúntale a la persona que ha ganado una medalla de plata en las olimpiadas.
"El tiempo no espera a nadie, Atesora cada momento que tengas.
lo atesoras mas cuando puedes compartirlo ........con alguien especial"Ya termino un año.
Que hiciste en el año que termina?Cuál ha sido el producto de tu vida?Le diste a Dios gran parte de tu tiempo o simplemente lo gastaste?Comienza de nuevo.
Nunca es tarde si se quiere.
Da el primer paso y Dios se acercará a ti.
Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
Ecle 3:11
Se han mostrado las flores en la tierra, El tiempo de la canción ha venido, Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.
Cantares 2:12Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.
Efesios 5:16