domingo, diciembre 21, 2008

SERES DE LUZ

Seres de luz

La luz es uno de los mayores misterios del universo. Solamente entendiéndola a la vez como partícula material y como onda energética podemos comprenderla más o menos adecuadamente. Hoy sabemos que todos los seres vivos emiten luz, biofotones, a partir del ADN de las células. Por eso todos irradian una cierta aura.
No sin razón la luz y el sol se han convertido en símbolos poderosos de todo lo que es positivo y vital. Especialmente el sol radiante es visto como el gran arquetipo del héroe y del luchador que vence las tinieblas con los monstruos que eventualmente se esconden en ellas. Su aparición cada mañana no es una repetición, sino que cada vez es una novedad, pues siempre es diferente. Es un teatro cósmico que comienza da cappo, como si Dios dijese al sol cada mañana: «Vamos, ¡hazlo otra vez! ¡Vuelve a nacer! Irradia tu luz sobre todos y en todas las direcciones».
En la mayor parte de los pueblos existía el temor de que el sol tal vez pudiese ser tragado por las tinieblas y no volviera a nacer y a iluminar la Tierra y a cada uno de nosotros. Se crearon rituales y fiestas que celebraban la victoria del Sol sobre las tinieblas. Por ejemplo, la fiesta romana del Sol Invictus, del «Sol Invencible», que posteriormente dio origen a la navidad cristiana, la fiesta del nacimiento de Dios encarnado, llamado «el Sol de Justicia». Las fiestas de junio con sus hogueras tienen tras ellas la experiencia del sol, pues tiene lugar el solsticio (de invierno en Sur, de verano en el Norte).
Se tenía, y se tiene todavía hoy la experiencia emocionante de que el Sol, con sus rayos de luz, nace como si fuera un niño. A medida que sube en el firmamento va creciendo como un adolescente hasta llegar a la edad adulta al mediodía. Por la tarde va languideciendo y envejeciendo, hasta morir tras la línea del horizonte. Pero, pasada la noche, vuelve a nacer, limpio, brillante, sonriente como un niño. ¿Cómo no celebrarlo festivamente? ¿Cómo no entenderlo como signo de la Realidad origen de todas las cosas?
De hecho, es una imagen poderosa de Dios, como lo cantó san Francisco en su «Cántico al Hermano Sol». Ninguna metáfora de la divinidad es más poderosa que la de la luz y la del Sol. La experiencia misma de la luz hizo surgir la palabra Dios. Ésta deriva de la palabra di del sánscrito, que significa brillar e iluminar. De di viene «día» y «Dios», como expresión de una experiencia de luz y de iluminación. Como dice san Juan: «Dios es luz» (1Jn 1,5). Como dice san Pablo, «Él habita en una luz inaccesible» (1Tim 6,16). Jesús se autopresenta como luz: «Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no ande en las tinieblas» (Jn 12,46). El Verbo encarnado es «vida y luz de los seres humanos», «luz verdadera que ilumina a toda persona que viene a este mundo» (Jn 1.4.9). Con razón es presentado por eso como «la luz del mundo» (Jn 9,5). Los que siguen a Cristo como luz deben vivir «como hijos de la luz» (Ef 5,8). Y «el fruto de la luz es todo lo que es bueno, justo y verdadero» (Ef 5,9). Más aún, cada seguidor debe ser también «luz del mundo» (Mt 5,14).
Como tan bien reza la liturgia de los funerales: «Que las almas de los fieles difuntos no caigan en las tinieblas, sino que el arcángel San Miguel las conduzca a la luz santa. Y brille sobre ellos la luz perpetua».
Todos nosotros somos seres de luz. Fuimos formados originalmente en el corazón de las grandes estrellas rojas, hace miles de millones de años. Llevamos luz dentro de nosotros, en nuestro cuerpo, en el corazón y en la mente. Sobre todo, la luz de la mente nos permite comprender los procesos de la naturaleza y penetrar en lo íntimo de las personas, hasta en el misterio luminoso de Dios.


Leonardo Boff

Obama: la realización del sueño de Luther King

La elección del afroamericano Barack Hussein Obama para la presidencia de Estados Unidos realiza el sueño de Luther King: el sueño de «que un día las personas sean juzgadas no por el color de su piel, sino por la fuerza de su carácter». Todo parece indicar que se ha iniciado, en la política, un tiempo pos-racista, pues tanto los electores como el candidato no repararon en el color de la piel sino en la persona y en sus ideas.
Esta elección señala también el fin de la era de los fundamentalismos: del mercado, iniciado por Tatcher y Reagan, responsable de la actual crisis económico-financiera. Y del fundamentalismo político-religioso, que alimentó la concepción imperial y belicosa de la política externa de ese país. Bush y Reagan creían en el Armagedón y en el «Destino manifiesto», es decir, en la excepcionalidad conferida por Dios a Estados Unidos con la misión de llevar a todo el mundo los valores de la sociedad estadounidense de cariz capitalista e individualista. Esto se llevaba a cabo por todos los medios, inclusive con conspiraciones, golpes de estado articulados por la CIA y guerras «humanitarias». Esa idea de misión explica la arrogancia de los presidentes, bien expresada en una frase del candidato McCain: «Estados Unidos es el faro y el líder del mundo. Podemos actuar como bien entendamos: al final somos el único poder de la Tierra. Los enemigos de ayer y de hoy han de temer nuestro garrote».
Bush creó el terrorismo de estado, constituyéndose en el mayor peligro para la humanidad. No hay que sorprenderse de que haya llevado a una amplia desmoralización a su país, incluso a un antiamericanismo generalizado en el mundo. Esta actitud parece haber sido superada con Obama. A la estrategia de la guerra y del intervencionismo, él opone la del diálogo abierto con todos, hasta con los talibanes. Enfatizó: «En primer lugar es necesario dialogar, la salida es una amplia negociación y no sólo ataques aéreos y matanza de civiles». Está convencido de que Estado Unidos no merece ganar la guerra de Irak porque está asentada sobre una mentira y por eso es injustificable.
Sobre todo ha sabido captar lo que estaba latente en la sociedad, especialmente en los jóvenes: la necesidad de un cambio. «Change», cambio, fue la gran «palabra generadora». Suscitó esperanza y autoestima: «sí podemos». Atrajo la atención hacia el futuro, hacia las oportunidades nuevas que se están diseñando y no hacia la continuidad del pasado y del presente desolador. Con esto habló a lo profundo de las personas y las movilizó para dar un salto absolutamente inesperado y nuevo: elegir a un negro, representante de una tragedia humana que avergüenza la historia americana, por lo demás con brillantes páginas de libertad, de creatividad, de democracia, de ciencia, de técnica y artes, que la ennoblecen. Obama dejó claro que la fuerza real de Estados Unidos no reside en las armas sino en estos valores morales y en el potencial de esperanza que hay en el pueblo.
La elección de Obama parece tener algo de providencial, como si fuera un gesto de compasión divina para con la humanidad. Vivimos tiempos dramáticos con grandes crisis: la ecológica, la climática, la alimentaria, la energética y la económica. El arsenal conceptual y práctico disponible no favorece condiciones para forjar una salida liberadora. Necesitamos un cambio, un nuevo horizonte utópico, de valor para inventar nuevos caminos. Es necesaria una figura carismática que inspire confianza, seguridad, serenidad para enfrentarse a estos cataclismos y galvanice a las personas para un nuevo ensayo de convivencia, un modo diferente de arquitecturar la economía, y que monte un tipo de globalización pluripolar que respete las diferencias y pueda incluir a todos en un mismo destino, juntamente con la Casa Común, la Tierra.
Barack Obama llena estas exigencias de carisma. Si es realmente profunda, la esperanza creará su camino entre los escollos y las ruinas del viejo orden.


Leonardo Boff

LAS SIETE PALABRAS

Por PEDRO CASALDÁLIGA

I. «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»

Sabiendo o no sabiendo lo que hacemos, sabemos que nos amas, porque ya hemos visto tus maneras en los ojos y en la boca de tu Hijo Jesús. Ya no eres más para nosotros el Dios terrible. ¡Sabemos que eres Amor! Sabemos que no sabes castigar... Tú eres un Dios vencido en la ternura. Tú esperas siempre, Padre, y acoges y restauras la vida hasta de los asesinos de tu Hijo (que somos todos nosotros).
¡Perdónalos! ¡Perdónanos! Atiende este pedido de tu Hijo en la cruz, prueba mayor de tu amor de Padre.
¡Y acógenos, oh Padre, oh Madre, oh cuna, oh casa de cuantos retornamos buscando tu abrazo!

II. «En verdad te digo: hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso»

Tu corazón sin puertas, siempre abierto, ¡qué fácil es robarte el Paraíso! Bandidos todos nosotros, depredadores del Cosmos y de la Vida, sólo podemos salvarnos asaltándote, Cristo, en nuestro «hoy» diario- esa Misericordia que chorrea en tu sangre...
Tu blando silbo de Buen Pastor nos llama. Tu corazón reclama, impaciente, a todos los marginados, a todos los prohibidos. Tú nos conoces bien, y nos consientes, hermano de cruz y cómplice de sueños, compañero de todos los caminos, ¡Tú eres el Camino y la Llegada!

III. «¡Mujer, he ahí a tu Hijo! ¡He ahí a tu madre!»

Por causa de ese Hombre, el más totalmente humano, ¡tú eres la bendita entre todas las mujeres! Madre de todas las madres, dulce Madre nuestra,¡por causa de ese Hijo, hermano de todos!
¡Hagamos casa, pues, oh Madre! ¡Hagamos la familia de todas las familias de todas las naciones! A cuenta de esa Carne, hermana de toda carne, destrozada en la cruz, Hostia del mundo.
Cansados o perdidos, necesitamos, Madre, tu agasajo, sombra clara de Dios en toda cruz humana, divina canción de cuna en todo humano sueño.
Queremos ser discípulos amados, ¡oh Maestra del Evangelio! Queremos ser herederos de Jesús, oh Madre, ¡vida de la Vida!
En ese cambio de hijos, tú sabes bien, María, que nos ganas a todos y no pierdes el Hijo ya de vuelta a su Padre, para esperarnos con la Casa pronta.

IV. «Dios mío, Dios, mío, ¿por qué me has abandonado?»

Todos nuestros pecados se hacen hematoma en tu Carne, oh Verbo. Todos nuestros rictus te deforman el Rostro. En tu soledad se refugian todas las soledades de la Historia Humana...
En tu grito vencido (¡misteriosa victoria!) detonan, oh Jesús, todos nuestros gritos ahogados, todas nuestras blasfemias... -Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué nos abandonas en la duda, en el miedo, en la impotencia? ¿Por qué te callas, Dios, por qué te callas delante de la injusticia, en Rio o en Colombia, en África, en el mundo, ante los tribunales o en los bancos...? ¿No te importan los hijos que engendraste? ¿No te importa tu Nombre?
Es la hora de las tinieblas, del silencio del Padre, para su Hijo. Es la hora de la fe, oscura y desnuda, del silencio de Dios, para todos nosotros...

V. «¡Tengo sed!»

Tú tienes sed ¿de qué, oh Fuente Viva? En el manantial quebrado de tu Cuerpo los ángeles se sacian. Y todos los humanos bebemos en tus ojos moribundos la luz que no se apaga.
Tierra de nuestra carne, calcinada por todo el egoísmo que brota de la Humanidad, tienes la sed del Amor que no tenemos, ebrios de tantas aguas suicidas...
Sabemos, sin embargo, que será de esa boca, reseca por la sed, de donde nos vendrá el Himno de la Alegría, el Vino de la Fraternidad, ¡la crecida jubilosa de la Tierra Prometida!
¡Danos sed de la sed! ¡Danos la sed de Dios!

VI. «Todo está consumado»

De Tu parte, ¡sí!De nuestra parte, nos falta aún ese largo día a día de cada historia humana, de toda la Humana Historia.
Tú ya lo has hecho todo, ¡Rey y Reino! Todo está por hacer, a la luz del Reino, en esta noche que nos cerca (de lucro y de egoísmo, de miedo y de mentira, de odios y de guerras).
El Padre te dio un Cuerpo de servicio y Tú has rendido el ciento, el infinito. Todo está consumado, en el Perdón y en la Gloria. Todo puede ser Gracia, en la lucha y en el camino.
Ya has sido el Camino, Compañero. Y eres, por fin, ¡la Llegada! En tu Cruz se anulan el poder del Pecado y la sentencia de la Muerte. Todo canta Esperanza...

VII. «¡Padre, en tus manos entrego mi Espíritu!»

Gloria de su Gloria, Dios de Dios, de siempre igual a Él, Tú has venido del Padre. Y ahora al Padre vuelves desde nosotros, igual a nosotros, Dios y Hombre para siempre.
En el seno del Espíritu el Padre te acoge, Hijo Bienamado, Amén de su Amor ya satisfecho.
La Muerte ha sucumbido en tu Muerte como un fantasma inútil, para siempre. Y en tus Manos reposan nuestras vidas, vencedoras de la muerte, a su hora. En tu Paz descansa esperanzada nuestra agitada paz.
Descansa en Paz, por fin, en la Paz del Padre, eterna, Tú que eres ¡nuestra Paz!

PREGÒN PARA UNA NAVIDAD SIN MIEDOS

Pablo García Rubio, España
En este período de Navidades, como en las diferentes épocas del año, las noticias con las que nos inundan los periódicos, las televisiones y todos los medios de comunicación son escalofriantes. Sólo se habla de asesinatos de la ETA, de los terroristas de Al-Qaeda, de recesiones económicas, que son la otra cara del terrorismo puro, de la violencia machista, que parece no tener fin, de las enfermedades diversas, del cólera que está azotando y produciendo muertes a cientos de personas en Zimbabwe, desde donde se extiende a otros países africanos. Por otro lado, como si no pasará nada en el mundo nos preparamos para festejar las “navidades”.
Cuentan, pues yo no lo he visto, que allí donde nació Jesús en Belén han construido una Basílica, llamada de la Natividad, que produce pingües ganancias a los franciscanos encargados de su custodia y de mostrarla a los ingenuos turistas que sueñan ver el lugar exacto donde nació Jesús, convirtiendo este lugar “santo”, en una visita de adoración no al Dios- Niño sino al habitáculo, que según afirman sus propietarios es el lugar exacto de su nacimiento. Todo esto viene a cuento, porque la entrada a la Basílica se hacía a través de una puertecilla de sólo un metro veinte de altura por la que sólo podían entrar los niños sin agacharse. Esta puerta se construyó en la Edad Media para evitar que los jenízaros pudieran penetrar en el templo a caballo, aterrando y descabezando a los asistentes en el recinto. Sabemos que este lugar no corresponde a la realidad histórica del hecho, pero tiene para mí un significado o por lo menos así lo he querido yo ver que a Dios sólo se puede llegar de dos maneras: o siendo niño o agachándose mucho. No empinándose, sino inclinándose. No estirándose, sino empequeñeciéndose.
Este pensamiento me llevó a descubrir: si Dios no pudo acercarse a los hombres sino por el camino de hacerse pequeño, ¿podrán los hombres acercarse a Dios por distinto sendero? Por eso la Navidad es, ante todo, un misterio de infancia. Por eso es tan maravillosa. Por eso sólo puede hablarse de ella dejando al niño la palabra al niño que uno fue.
Pero hemos crecido demasiado. Dicen que ser niño es vivir en la ignorancia. Y tal vez sea cierto. De pequeños, por ejemplo, creíamos que los árboles más altos tocaban con sus ramas el cielo. Ahora- sabios- ya hemos descubierto que el cielo está infinitamente lejos de nosotros. Y sabemos también cuánto más preferible era aquella ignorancia que esta ciencia.
¿Dónde queda, en verdad, el chiquillo que fuimos? Hemos crecido, hemos engordado, nos hemos ido llenando de grasas y sebo, nos hemos amordazados con títulos y premios, nos hemos subido en el escabel de la importancia, hemos hecho ilustrísimas tarjetas de visita, aprendimos ya a manejar las tarjetas de crédito, ya somos mujeres y hombres, al fin somos adultos, hemos dejado atrás la leche y los tartamudeos.
Y henos aquí, aterrados ante el mundo y la vida, mirando hacia ETA, Afganistán, Irak o Irán con los ojos enfebrecidos con que el jugador de ruleta persigue los giros de la bola que puede abrir las puertas del cielo o de la guerra. Ya veis: hasta la esperanza se ha avinagrado y prostituido en nuestras manos, volviéndose vacilante y neurótica.
¿Habéis visto cómo esperan los niños la Navidad? No pueden aguantar ya la espera, arden sus ojos y sus almas, pero su espera no es torturadora, sus miradas se encienden, pero no vuelven vidriosos sus ojos. ¿Sabéis por qué? Porque los niños nunca se preguntan si el día de Navidad es hermoso o feo, magnífico o terrible. Ellos saben que lo que viene es incuestionablemente hermoso. Lo único que ignoran es qué clase de hermosura tendrá lo que va a llegar. La suya es una esperanza gozosa porque es cierta. Los niños saben que son amados. Por eso los niños viven en la alegría, mientras nosotros braceamos por ella. A los niños basta un rayo de sol para alegrarles. Pero hace falta todo un sol para que el corazón helado de un adulto pueda deshelarse.
El hombre no sabe esperar. Y espera, además, lo que no debe. Por eso no entendimos a Dios cuando vino. Esperábamos ver en sus manos el poder y vimos la pobreza. Esperábamos la cólera destructora y vino la misericordia. Esperábamos misteriosas revelaciones y vino un pedacito de carne que, con muchos esfuerzos, aprendió a decir papá y mamá.
Y es que –ya veis qué loco- Dios quería ser amado. Y sabía muy bien que los hombres no sabemos amar una cosa a menos que podamos rodearla con los brazos. Y al Dios de los ejércitos podíamos temerle. Al Dios de los filósofos podíamos admirarle. Sólo le amaríamos si se hacía bebé. Por eso la Navidad es vértigo, desconcierto, exceso y desbordamiento. Por eso la Navidad viene a quitarnos las caretas de importancia con las que, a lo largo de la vida, nos hemos ido disfrazando.
Porque -¡aleluya, aleluya!- la infancia es inmortal; al niño que fuimos puede arrinconársele, amordazársele, cloroformizársele. Matarle, no. Y el niño que hemos sido está aún ahí, dentro de nosotros, encerrado entre nuestros títulos y tarjetas de crédito, amordazado por nuestra experiencia, pero vivo. No se resigna a morir, grita, patalea dentro de nosotros. Las esquirlas de amor que aún, a veces, nos salen del alma son esos gritos y esos pataleos. Dostoievski decía que “el hombre que guarda muchos recuerdos de su infancia, ése está salvado para siempre”. Y así es cómo nosotros estamos salvados en la medida en que la Navidad pueda resucitar al chiquillo que fuimos. Estos son días para descubrir cuán locos estamos, para aprender que la experiencia es sólo una señora que nos da un peine cuando ya estamos calvos, y que es mucho mejor un pelo despeinado que un peine sin porqué ni para qué. Días para descubrir que el agua vale más que las tarjetas de crédito, que un poeta es más útil que un político, que un niño es más importante que un emperador, que la fe es la mejor lotería, que un brasero y amor en torno a él debería cotizarse altísimo en Bolsa.
Por eso en esta Navidad del 2008, en la que el mundo tiembla de hambre y de guerra, de crisis económica y paro, en esta tierra nuestra que está casi olvidando ya el sabor de la esperanza, la Navidad y el pequeño Dios vienen a despertarnos de tanto miedo y a enseñarnos a mirar la vida con los ojos con los que hace años esperábamos la Navidad.
Todo lo que en Adviento se nos ha dicho y prometido se ha cumplido ya. Los ángeles lo anuncian y los pastores lo proclaman, Cristo ha venido al mundo para traer su paz, esperanza y amor para todos los hombres. ¿Se unirá la Iglesia a este canto triunfal de los ángeles o continuará su sopor, sin enterarse? ¿Irá corriendo con los niños llenos de esperanza a adorar al Dios nacido y a proclamar la Buena Nueva de salvación para todos los hombres? Nuestro pregón ha sido ya lanzado, ¿quién lo oirá?...
Barcelona, Navidad del 2008
Pablo García Rubio (Publicado en Església Evangèlica de Catalunya)

CINCO PRINCIPIOS FINANCIEROS PARA ENSEÑAR A NUESTROS NIÑOS

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¿Hacia donde se está dirigiendo este mundo en el aspecto económico?

¿Cómo enfrentarán nuestros niños el futuro económico en sus vidas?

¿Serán nuestros niños los eternos endeudados de los próximos años?

¿Hay alguna directriz, que nosotros podamos enseñarles a ellos, para evitarles los dolores de cabeza?

La Biblia habla con bastante insistencia a acerca de las finanzas.

Instruye al niño en el camino correcto, y aún en su vejez no lo abandonará. Proverbios 22:6

Muchas veces nosotros los adultos estamos inmersos en nuestras crisis financieras, mal manejo de los recursos y desesperados por nuestros proyectos futuros que sin duda, según nosotros, nos sacarán del pozo de la desesperación, que nos olvidamos de ajustar nuestro presente para poder invertirnos en la formación de la generación futura que nos mira con sus ojitos hambrientos de orientación.

Cinco Principios son claves, primero para practicarlos nosotros y luego enseñárselos a nuestros hijos.

Recordemos que nosotros no podemos enseñar a nuestros pequeños lo que no estamos viviendo.
La mejor enseñanza no es la que decimos sino la que vivimos.
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CINCO PRINCIPIOS FINANCIEROS PARA ENSEÑAR A NUESTROS NIÑOS.
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¿Qué es un principio?

Un Principio es una enseñanza vivida y compartida que trasciende la cultura, la esfera geográfica, las costumbres, las épocas y se mantiene sin sombra de variación.
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1.- PRINCIPIO INVERTIR.

»Después de mucho tiempo volvió el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos. El que había recibido las cinco mil monedas llegó con las otras cinco mil. “Señor —dijo—, usted me encargó cinco mil monedas. Mire, he ganado otras cinco mil.” Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!” Llegó también el que recibió dos mil monedas. “Señor —informó—, usted me encargó dos mil monedas. Mire, he ganado otras dos mil.” Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”
»Después llegó el que había recibido sólo mil monedas. “Señor —explicó—, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no ha sembrado y recoge donde no ha esparcido. Así que tuve miedo, y fui y escondí su dinero en la tierra. Mire, aquí tiene lo que es suyo.” Pero su señor le contestó: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Así que sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido? Pues debías haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido con intereses. Mateo 25:19-27
“El que trabaja la tierra tendrá abundante comida; el que sueña despierto sólo abundará en pobreza”. Proverbios 28:19
Necesitamos compartir con nuestros hijos que Dios nos provee el dinero y que es necesario hacer producir ese dinero. Se comienza por hacerles entender que la manera de hacer dinero es a través del trabajo. Amor al trabajo es vital.
En nuestra sociedad mucha gente ve el trabajo como un castigo, una pesada cadena que hay que comenzar a arrastrar cada lunes. NO!, El trabajo es una bendición. Otros quieren hacer dinero a través de manera fácil como lotería, juegos de Azar o malos negocios.
Es nuestro deber enseñar a los pequeños a amar el trabajo, invertir sus fuerzas en algo que traerá de vuelta una recompensa. Enseñarles que luego de ganar el dinero como producto del trabajo hay que pensar como invertir en algo para aumentar esa ganancia.
Una niña quiso hacer galletas para vender en su colegio y sus padres le dijeron: “ No. Tú tienes todo lo que necesitas acá, si necesitas dinero dinos cuanto quieres!”. Estos padres perdieron una oportunidad de enseñarle a ganarse la vida.
“Las manos ociosas conducen a la pobreza; las manos hábiles atraen riquezas”. Proverbios 10:4
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2.- PRINCIPIO GASTAR.

Nuestro deber es enseñarles a gastar y gastar bien y sabiamente. Enseñarles que la Radio, la TV y las revistas les quieren vender a uno cualquier cosa y que luego de esas propagandas nos sentimos urgidos a ir al centro comercial a adquirir lo que nos vendieron primero a los ojos.
Enseñarles a los hijos que no en vano los comerciantes invierten miles y miles de dólares en propaganda. Ellos necesitan aprender con nuestro ejemplo que no somos esclavos de lo que nos ofrecen. Nuestro principio de gastar nos rige para entender que primero gastamos en lo que es vital y necesario y segundo nunca debemos gastar más de lo que ganamos. El límite siempre será lo que ganamos pero debemos gastar menos de lo que ganamos y aprender a decir..NO MÁS.
Necesitamos enseñar a nuestros hijos, la responsabilidad de nuestras acciones financieras.
Que bueno es cuando les enseñamos desde niños a trabajar con su propio presupuesto en base a lo que obtienen y que hagan seguimiento de sus gastos.
Así que de buena gana gastaré todo lo que tengo, y hasta yo mismo me desgastaré del todo por ustedes. Si los amo hasta el extremo, ¿me amarán menos? 2 Corintios 12:15. Pablo habla acá de la importancia de saber gastar en lo que vale la pena.
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3.- PRINCIPIO AHORRAR.

“Aprended de las hormigas, animalitos de escasas fuerzas,pero que almacenan su comida en el verano. Proverbios 30:25
Ahorro es vital en la vida. Mucha gente vive una vida lamentando el pasado en sus finanzas y enredados en las deudas del presente y eso les roba la oportunidad de planificar para el futuro. Hay tres cosas que nunca debemos olvidar en materia de finanzas:
Primero separar una parte para la obra de Dios, porque Dios ha sido bueno con nosotros mostrándonos cada día su misericordia,
Segundo: Apartando una parte para el pobre, porque Dios bendice a quien se acuerda del pobre y
Tercero, apartando una parte para ahorrar pensando en el futuro.
Para enseñarles a ahorrar a los niños podemos darles un incentivo como el 1X1. Decirle al niño la importancia de ahorrar y que por cada dólar o peso que ahorren, nosotros le vamos a aportar la misma cantidad o el 50 % de lo poco que ellos ahorran.
Cuando mi hijo estaba pequeño quería una bicicleta. Yo se la podía comprar totalmente, pero le dije: ¡ Si quieres la bicicleta comienza a ahorrar” *El me dijo, Papá de donde si yo no tengo trabajo , yo estudio. Le dije, bueno mientras estudias, yo puedo darte algunos trabajos y tú ganas y ese dinero que tu guardas yo lo incrementaré con la misma cantidad para que entre los dos compremos la bicicleta. Él se emocionó. Lo ponía a pintar paredes o arreglar cosas en casa y el ahorraba y yo también. Por supuesto a la larga puse un poco más que él para que tuviera su bicicleta. Usted podrá imaginarse el rostro de felicidad que él tenía cuando salió con su bicicleta de la tienda donde la compró. Lo más importante, es que él aprendió la importancia de ahorrar.
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4.- PRINCIPIO PEDIR PRESTADO.

Oh. Amados, esta es una sociedad de consumo y de deudas. Hay gente que deben hasta dos meses adelantado de su trabajo. Piden lo que se llaman vales o dinero adelantado. Deben sus tarjetas de crédito. Son esclavos de los bancos y entidades financieras. Enseñemos a nuestros niños a no caer en la trampa de las deudas y que si hay necesidad de un préstamo, este se enmarque dentro de nuestra realidad financiera y que tengamos el espacio para tener oxígeno sin morir ahogados antes de tiempo.
Necesitamos a enseñarles a evitar al máximo las deudas y sólo entrar en el espacio de los préstamos cuando hemos hecho una evaluación sana, pedido consejo de gente que sabe y moviéndonos dentro del marco de nuestra realidad financiera.
“Los ricos son los amos de los pobres; los deudores son esclavos de sus acreedores”.
Proverbios 22:7
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5.- PRINCIPIO COMPARTIR.

.“Darle al pobre es hacerle un préstamo al Señor; Dios pagará esas buenas acciones.
Proverbios 19:17.
“Quien cierra sus oídos al clamor del pobre, llorará también sin que nadie le responda”. Proverbios 21:13
Hay un principio hermoso en el Dar. Dios nos dio a su hijo Jesucristo. Juan 3:16
Necesitamos enseñarles a los hijos a darle al que no tiene. Comenzando por sacar esos juguetes que él ya no usa e ir con ellos mismos a una casa pobre para darle felicidad a otro niño.
“El que ayuda al pobre no conocerá la pobreza; el que le niega su ayuda será maldecido”. Proverbios 28:27
Llevar comida con ellos a una familia necesitada y enseñarles la importancia de compartir parte de su dinero con otros necesitados. Ellos verán la mano y la bendición de Dios en sus vidas.
“El que es generoso será bendecido, pues comparte su comida con los pobres”. Proverbios 22:9
El que siembra maldad cosecha desgracias; el Señor lo destruirá con el cetro de su ira.​ El que es generoso​​ será bendecido, pues comparte su comida con los pobres. Proverbios 22:6-9
Estos Cinco Principios financieros son poderosos en la mano, la mente y el corazón de nuestros pequeños.

Pero recordemos:
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No podemos enseñarles a ellos, lo que nosotros mismos no estamos practicando.
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Dr. Serafín Contreras Galeano.www.serafincontreras.com