sábado, enero 31, 2009

"Y el niño crecìa y se fortalecìa"



Reynaú O. Santiago Marroquín, México

I. Lectura del evangelio:
“Cumplidos los días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre JESÚS, el cual había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido. Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor. (Como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor), y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos.
Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al ungido del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo.
Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, él lo tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación. La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel. Y José y su madre estaban maravillados de todo lo que se decía de él.
Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.
Estaban también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.
Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él”. Según Lucas 2: 21- 40.
“Dentro de nosotros hay un nacimiento. En el pesebre duerme un niño. El nombre de ese niño es el nuestro. En nosotros duerme el Niño Dios”. Rubem Alves.
II. Comentario pastoral:
Este es el último domingo del año 2008. Gracias a Dios por caminar con nosotros cada momento en el camino. Su compañía ha sido providente, protectora y consoladora. Gracias a Dios por cada amigo y amiga que nos ha sonreído y compartido su amistad. Aún por aquellos que han deseado nuestro mal, agradecemos también a Dios. Gracias a Dios por la alegría y por la tristeza; por la abundancia y por la escasez; por la bonanza y por las crisis; por la salud y por la enfermedad; por darnos a su Hijo en el pesebre de Belén y en el pesebre de nuestro corazón.
El calendario del año 2008 está a punto de cerrarse. Las páginas que se han escrito son heterogéneas en su estilo, estado de ánimo y estado de salud.
Particularmente agradezco a Dios por manifestarse en mi vida y dejarse sentir en las niñas y los niños, jóvenes, amigos y amigas de diferentes lugares y confesiones religiosas, incluyendo las no cristianas. Reitero a la vez mi amistad y disposición de caminar con quienes creen que es posible un mundo mejor si nosotros los humanos cambiamos nuestras actitudes y asumimos en nuestro estilo de vida los valores principales del evangelio. De igual forma agradezco a quienes han dispuesto unos minutos de su tiempo para la lectura de nuestras reflexiones dominicales, a veces atractivas, y otras veces poco atractivas. Lupa Protestante ha sido un canal de difusión de nuestras reflexiones. Una vez más, expreso mi gratitud a Ignacio Simal, su director, y a todo el comité editorial que se encuentran en España, y otros países de habla hispana.
El niño Jesús ha cumplido ocho días. Los ángeles, pastores y magos que lo visitaron en el pesebre de Belén han reanudado el camino. Sus padres, en atención al mensaje del ángel Gabriel, le han puesto por nombre JESÚS. Llegado El tiempo de la circuncisión, después de los días de purificación de sus padres, lo llevan a Jerusalén para presentarlo ante el Señor. El rito de la circuncisión en el Antiguo Testamento significa el acercamiento en gracia de Dios al hombre y la consagración de éste a Dios. Era responsabilidad de los padres judíos someter a sus hijos a la circuncisión y así recibir los beneficios del pacto hecho por Dios con su pueblo.
El origen de la circuncisión lo leemos en Génesis 17. Es presentado como iniciativa divina y como señal del pacto: “Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones..”1
En el Antiguo Testamento Dios había dicho a Moisés: “Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es..”2El rito de circuncisión era algo solemne y significativo para los judíos llevando consigo un par de tórtolas o dos palominos.
Después de un largo camino a Jerusalén, José y María con el niño Jesús llegan al templo principal. En Jerusalén vivía Simeón, hombre justo y piadoso que esperaba la consolación de Israel. A él se le había revelado por Dios que no vería la muerte sin antes ver al Ungido del Señor. En el templo de Jerusalén se da el encuentro tan esperado y tan deseado por Simeón. Al ver al niño Jesús le tomó en sus brazos y bendijo a Dios: “Mis ojos han visto tu salvación…Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra”. Los padres de Jesús estaban maravillados de lo que escuchaban. Simeón los bendijo y dijo a María: “He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel..”
Aparte de ser un hombre piadoso y justo, Simeón era un fiel creyente a las promesas de Dios. Después de cumplirse la palabra de Dios, Simeón durmió en completa paz.
Allí también se encontraba Ana3, mujer profetisa, quien de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro años. Ella era una mujer dedicada a los servicios matutinos y vespertinos en el templo: “no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones”. Una vez que supo que el niño Jesús había sido presentado en el templo, hablaba con denuedo del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén. En Ana vemos a una mujer evangelista proclamando una buena nueva de Dios para Jerusalén.
Una vez cumplido el rito de la circuncisión en Jesús, José y María volvieron a Nazaret. Allí, el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría, y la gracia de Dios era sobre él. La infancia de Jesús fue igual a la de cualquier otro niño judío, hijo de carpintero: niño juguetón, sonriente, ocupado en las actividades cúlticas y en el oficio de su padre. Es como si hoy en día, el niño Jesús formara parte del círculo infantil que juega, ríe, llora y canta.
La estancia de Jesús en Jerusalén presenta un cuadro repleto de movimiento: “el camino a Jerusalén de sus padres llevando consigo lo necesario para el camino y para mantenerse en la ciudad; el encuentro esperado desde hacía muchos años por Simeón y la alegría de éste al tener en sus brazos al niños Jesús; y el mensaje de Ana, la profetisa, teniendo como punto principal la llegada de Jesús a Jerusalén. Encuentros como éstos transmiten paz y alegría al corazón de hombres y mujeres que mantienen viva la esperanza de redención.
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1 Génesis 17: 11- 12.
2 Éxodo 13: 2.
3 En hebreo “gracia”.

EL ecumenismo bìblico ¿un camino màs expedito?


Harold Segura C., Costa Rica

Acostumbro visitar con cierta frecuencia algunas de las mejores librerías de la ciudad donde vivo (San José, Costa Rica). Siendo que no son muchas —lo digo comparándola con otras ciudades como Buenos Aires, Ciudad de México o Bogotá— el recorrido no me toma mucho tiempo y lo hago cada ocho o quince días. Voy para ver las novedades editoriales y sentir el olor a papel fresco. A veces compro algo, pero la mayoría de veces sólo voy para ver, sentir el aroma y saber qué hay de nuevo. Así no más. Es un placer que recomiendo.
Hace dos semanas, en mi usual periplo, visité la librería teológica más importante que tenemos en la ciudad (la verdad sea dicha, es la única que merece el título). Es una librería católica —casi siempre es así— cuyo gerente es un colombiano con quien comparto, además de la nacionalidad, el cariño por los libros. «Harold», me dijo con la picardía del vendedor, «acabo de regresar de Madrid, de la Feria del Libro, y te traje algo que te va a gustar». Entonces sacó de su valija recién desempacada una Biblia de tapa roja publicada en un proyecto conjunto por la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), la Editorial Verbo Divino (EVD) y las Sociedades Bíblicas Unidas (SBU). ¡Gran sorpresa! Su título: Biblia interconfesional. Pero la sorpresa fue aún más grata cuando vi que la presentación estaba escrita por Samuel Escobar, el teólogo bautista peruano —amigo y maestro— quien desde hace varios años reside en Valencia, España. Su firma aparece como Presidente Honorario de las Sociedades Bíblicas Unidas junto a la del Obispo de Almería y Presidente de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española. En su texto celebran la publicación, tanto por el obvio sentido pastoral que tiene la difusión de la Biblia como por ser un testimonio de la unidad cristiana. Dicen así sus presentadores:
Esta Biblia interconfesional es, pues, el fruto de un largo proceso de confluencia y de encuentro precisamente en la Palabra de Dios; y por esto mismo, un hecho relevante en el curso de las relaciones ecuménicas actuales, particularmente del diálogo teológico, que no ha de pasar inadvertido para cuantos sienten en su interior el anhelo de la unidad de los cristianos, tan indispensable para que crezca y se difunda en la Humanidad de nuestro tiempo el Reino de Dios predicado por Jesucristo y que llegó a los hombres en su propia persona.1
Esta publicación es una fina muestra de los avances del llamado ecumenismo bíblico (dicho sea de paso, en uno de los países donde el ecumenismo no ha sido virtud sobresaliente). Es el resultado de un encuentro en la Palabra de Dios. Bien dicho, porque es en esa Palabra y alrededor de ella que florece la unidad; allí donde se lee con reverencia, se celebra con fe y se vive con intensidad.
Acerca de este particular se pronunció el Cardenal Walter Kasper en una intervención In Scriptis (no pronunciada en el Aula) enviada al pasado Sínodo de Obispos (XII Asamblea General Ordinario) reunidos en el Vaticano del 5 al 26 de octubre de 2008. El lema del Sínodo, de por sí, llama nuestra atención: «La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia». Dijo el Cardenal que la Biblia es el principal instrumento de diálogo ecuménico y que no hay nada que una más a las iglesias y a las comunidades cristianas como lo hace la Biblia. En el resumen publicado por la Santa Sede, el Cardenal afirma que:
A pesar de todas las tristes divisiones en la historia de la Iglesia, la Palabra de Dios, de la que se da testimonio sobre todo en la Sagrada Escritura, sigue siendo una herencia común; ninguna otra cosa une a las iglesias y comunidades cristianas como lo hace la Biblia. Ella es realmente el vínculo ecuménico por excelencia. Por esta razón, la Biblia es la base del diálogo ecuménico y el instrumento principal del diálogo ecuménico, tanto en su aspecto doctrinal como en el espiritual y pastoral. La común Lectio Divina es, por lo tanto, el método ecuménico privilegiado. En las últimas décadas, este diálogo ha dado muchos frutos positivos. Como cristianos no podemos ver sólo los abusos. Antes tenemos que estar agradecidos por todo lo que el Espíritu de Dios ha realizado para una reconciliación de los cristianos, que no es poco. Estamos agradecidos por ello y fomentamos la obra ecuménica, que según el Concilio Vaticano II, es un impulso del Espíritu y – como esperamos – el astillero de la Iglesia del futuro2.
Afirmaciones que cobran importancia si tenemos en cuenta que proceden de la pluma del Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos; el mismo que estuvo presente en diciembre de 2001 en el Seminario Internacional Teológico Bautista, de Buenos Aires, para continuar los diálogos fraternos entre la Iglesia Católica y la Alianza Mundial Bautista.3 Durante sus siete años como presidente del Consejo (fue elegido el 3 de marzo de 2001) ha promovido un ecumenismo fundamentado en la Biblia, centralizado en Jesucristo y animado por el principio de la comunión entre los que nos confesamos cristianos (dicho sea de paso la comunión cristiana fue el tema que desarrolló en aquella ocasión en Buenos Aires). Es un Cardenal con el que el diálogo ha fluido más fácilmente, sobre todo porque ha sentado bases más seguras para la unidad. Digo bases más seguras para referirme a la Biblia, a la oración y a la cooperación en los esfuerzos de evangelización integral. Por lo menos son fundamentos con los cuáles el protestantismo evangélico se siente en casa.
El mismo cardenal Kasper publicó en el año 2007 un libro con un título sugerente: «Ecumenismo espiritual. Una guía práctica». Me parece sugerente tanto por el título como por el subtítulo; tanto por lo de espiritual como por lo de práctico; ¿no les parece? Es un cambio de tono si se recuerda que cierto ecumenismo tradicional quiso avanzar por los esquivos y sinuosos caminos de la unidad estructural y doctrinal y que, por esa vía, se tornó poco práctico4. Pero ahora el Cardenal confirma que «la obra ecuménica —que hunde sus raíces en los fundamentos de la espiritualidad cristiana—, tiene necesidad de algo más que la diplomacia eclesial, diálogo académico, compromiso social y colaboración pastoral»5 y sin vacilaciones opta por una propuesta que despeja el camino; es un ecumenismo cimentado en la espiritualidad cristiana, de raigambre bíblica y orientado a la misión (diaconía y testimonio):
Una espiritualidad ecuménica legítima será por lo tanto en primer lugar una espiritualidad bíblica y recibirá un influjo en la lectura común de las escrituras y en el estudio común de la Biblia […] Ella se empapará del seguimiento de Jesús y continuará buscando el rostro de Cristo […] Tal espiritualidad se revela en aquello que Pablo define como los dones del Espíritu: caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, dulzura, templanza (Gal 5, 22)6.
Palabras que se acompañan de un «recetario» de prácticas como la lectura y la meditación de las Escrituras en pequeños grupos, el estudio bíblico, la publicación de comentarios bíblicos, la organización de cursos bíblicos orientados por líderes de diferentes comunidades cristianas y la traducción y edición de Biblias interconfesionales.
Si, como se reconoce de manera oficial, el diálogo ecuménico «se había encallado»7, resta saludar ahora el nuevo espíritu que lo anima (sin caer en innecesarios y cándidos optimismos) y decidirse a caminar por un sendero que se ha hecho más expedito. Es una historia que está por hacerse: la de un nuevo ecumenismo centrado en Jesús como Señor y Maestro (no en los resabios de las instituciones eclesiásticas), animado por el Espíritu Santo que da vida (no en los achaques del tradicionalismo religioso) y encaminado a cumplir la voluntad del único que es Padre de todos… «para que todos sean uno» (Jn 17:21).
1 http://www.verbodivino.es/documentos/PrimerCapituloPDF/2174.pdf
2 http://www.vatican.va/news_services/press/sinodo/documents/bollettino_22_xii-ordinaria-2008/04_spagnolo/b32_04.html
3 Los participantes por Latinoamérica fueron: Nancy Bedford (Argentina), Josué Fonseca (Chile), Amparo de Medina (Colombia), Raúl Scialabba (Argentina), Paul Eustache (Venezuela), Alberto Prokopchuk (Argentina), Nilton do Amaral Fannini (Brasil), Tomas Mackey (Argentina), Carlos Villanueva (Argentina) y Harold Segura (Colombia).
4 El Pontificio Consejo para la promoción de la Unidad de los cristianos, PCPUC, orientado por el cardenal Kasper, en su sesión plenaria de noviembre de 2006, se reunió bajo el lema «El ecumenismo en vía de transformación». Hubo en esa ocasión una clara consciencia de que el diálogo ecuménico «se había encallado».
5 Walter Kasper, Ecumenismo espiritual. Una guía práctica, Editorial CLIE-Verbo Divino, Barcelona-Navarra, 2007, p. 17.
6 Ibid, pp. 114-115.
7 Ibid, p. 101.