miércoles, mayo 06, 2009

¿Quièn pagarà la cuenta?



DR. Skip Moen

“Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a quienes nos deben.” Mateo 6:12
Así Como Nosotros – Conocemos tan bien esta frase que en verdad no prestamos atención a sus implicaciones. Solo se desliza de nuestros labios como cuando bebemos de una manguera. Pero aquí hay algo muy importante; importante porque radica en el corazón de la justicia; importante porque es casi humanamente imposible. A menos que lo veas, ésta parte de la oración nunca te pertenecerá.
Jesús nos dice que a menos que perdonemos, no seremos perdonados (Mateo 6:14-15). Esto es muy incómodo, especialmente cuando comprendemos que el perdón no es la aceptación reticente de un mal sufrido, ni el desapego fácil de las heridas recibidas.
El perdón se trata de deudas – las verdaderas que te deben a ti – emocionales, físicas y financieras. El perdón abre los libros de contabilidad y mira directamente a las líneas de débito y crédito. Son números fríos. El perdón puede llamarse cualquier cosa menos fácil.
La frase griega es hos kai hemeis (así también nosotros) dibuja una relación directa entre la misericordia de Dios y nuestra misericordia. Aquí la implicación es que alguien debe. Debemos a Dios porque hemos abusado e ignorado y presumido de Su santidad.
Exige pago justificadamente. Le debemos la vida misma, pero rogamos por misericordia y recibimos perdón -no porque no debamos, sino porque Jesús pagó nuestra deuda. La deuda es real. La exigencia es legítima, pero la resolución es única.
Timothy Sanford sugiere una manera reveladora de aplicar este principio de gracia divina a quienes en verdad nos deben. Su sugerencia ilumina el significado de “así como nosotros.” Él dice, “Cuando perdonas, transfieres voluntariamente la deuda a las manos de Dios para que el cobre… ya no eres responsable de hacer que pague la otra persona.” “Una vez que das a Dios las deudas de tu lista, las personas que te han dañado – aunque deben rendir cuentas ante Dios – no te deben nada, ni siquiera un “lo siento.”
¡Ouch! Sanford tiene razón. Dios me perdona y sella mi cuenta como “Pagada”. Él no me trata como deudor. Él reconoce que mi deuda ha sido absorbida por Su Hijo y yo ya no debo nada. Si voy a perdonar de la misma manera, entonces debo hacer exactamente lo que sugiere Sanford. Haz tu lista de “los que me deben”, envíala a Dios para que cobre, y déjala ir… ¡completamente!.
Aquellos en mi lista ya no me deben nada, así como Dios ya no me exige pago a mí. Cuando perdonamos así, reflejamos el carácter del Creador – y ejercitamos la autoridad plena del Hijo. Entonces, dice Jesús, comprenderemos el perdón real – y Dios sonreirá sobre nosotros en gracia.
¿Llevas contigo la lista de quienes te deben? Puede tener más de una década, asuntos que no has resuelto de tu pasado. Podría ser de la semana pasada. ¿Un insulto? ¿Un “préstamo” sin pagar? Lo que sea, es hora de enviarla al cobrador. ¿Estás dispuesto a perdonar así?
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DR. Skip Moen
www.tGodsTable.com

martes, mayo 05, 2009

"EL Incorruptible Fabricio"



El nombre de Fabricio Lucio, célebre general romano de los tiempos primitivos de expansión de la República, ha quedado en la historia como emblema de probidad, sencillez, desinterés e integridad ciudadanas. Se dice que "hallándose el famoso general en la más completa pobreza fue nombrado embajador por la República, para ir a tratar con Pirro, rey de Epiro, sobre asuntos de la mayor importancia concernientes a su patria. Pirro lo recibió en su corte con las mayores distinciones y trató de inducirlo para que secundara sus proyectos, contrarios a Roma, ofreciéndole honores elevados y grandes riquezas."
Pirro conocía las valías morales de Fabricio, con quien había luchado en acciones bélicas sin que hubiera logrado vencerlo. Conocía la entereza de carácter del noble Fabricio y creyó que si lograba inclinarlo a su favor habría hecho una trascendente adquisición. En efecto, Pirro, haciendo uso de su habilidad, de su talento y sus riquezas, y aprovechando la pobreza de Fabricio, le hizo insinuaciones morbosas, indignas de la elevada moral del ciudadano íntegro.
La contestación de Fabricio fue la siguiente: "Si aún me crees honrado; ¿por qué pretendes corromperme? Y si me crees capaz de dejarme sobornar, ¿de qué puedo servirte?" Tan elocuente contestación hizo retroceder a Pirro y le proporcionó una visión de un hombre cabal, digno de la más alta consideración.--
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El Embajador. Lerín , A. 500 ilustraciones
Qué fácil puede ser que seamos arrastrados por las olas de corrupción. Podemos olvidar que lo más valioso ni se compra, ni se vende. Y los más precioso es mantener libre la conciencia y el corazón puro. Las ofertas llegan, la tentación acecha, pero hoy podemos levantar nuestro rostro y decirle al Señor, hoy diré NO, a todo aquello que puede comprometer los principios.
Le dijo Dios en sueños: «Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto. Y también yo te detuve de pecar contra mí; por eso no permití que la tocaras. Gen 20:6
Guardaos, pues, que vuestro corazón no se deje engañar. Deut 11:16
Escudríñame, Señor, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón. Sal 26:2
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http://clicks.aweber.com/y/ct/?l=FzGPu&m=1afEujuPddzGUv&b=fM13XLC8B_6tQHgxwdl4Cg

lunes, mayo 04, 2009

La telogìa del banano


por Juan Stam

En esa vida de continua renovación en el Espíritu, el estudio siempre fresco y creativo de la palabra de Dios debe ser la fuerza renovadora de nuestra vida espiritual y nuestro ministerio.

Desde hace treinta años mi esposa Doris y yo vivimos en una finquita en Mata de Plátano de El Carmen (Goicoechea, Costa Rica). Parte de la finca, cerca de la casa, tiene facilidades para retiros de las iglesias. La otra parte, mucho más grande, es cafetal y plantación de bananos. Esa parte me toca a mí, y cuando me pongo las botas para salir a cosechar el grano rojo o andar revisando los bananos, siento una felicidad muy grande. Además, los bananos me han enseñado unas valiosas lecciones espirituales, que quisiera compartir en este artículo.

Entrega toda su vida

Lo primero que me impresiona del vástago de banano es que da toda su vida para producir un sólo racimo de fruto. ¡Toda una vida, para un solo racimo! Una mata de banano concentra su ser entero en una sola causa: producir su racimo. Después de cosechar el fruto maduro (ojalá antes de que las ardillas lleguen a comérselo), no queda más que cortar el vástago y dejarlo para enriquecer el suelo.

¿No le parece que en ello se encuentra una lección para nosotros? Recibimos una sola vida, sin oportunidad de repetirla. Lo que vamos a realizar para el Señor, tenemos que llevarlo a cabo ¡ahora!, en esta vida, mientras dure, porque después será demasiado tarde. Por eso debemos enfocar toda nuestra vida hacia una meta bien definida: cumplir la voluntad de Dios y producir fruto de calidad para su Reino.

Se reproduce

Los bananos nos enseñan también otra lección: ellos siempre se reproducen. Cuando tengo que cortar el vástago que ya dio su fruto, me doy cuenta de que su tronco está rodeado de «hijas». No muere sin dejar atrás una nueva generación. Son estas «hijas» que van a continuar la labor de su «mamá» y mantendrá a la finca surtida de sabrosos bananos. De igual manera, nosotros como cristianos estamos llamados a reproducirnos, a sembrar en otras personas la vida que Cristo nos ha dado. El proyecto cristiano no es solitario sino comunitario; cada cristiano o cristiana debe ser como aquella mata rodeada de sus tiernas «hijas». Cristo nos ha llamado para que llevemos mucho fruto. Y a la hora de salir de este mundo, dejaremos la obra del Señor en manos bien preparadas para llevar adelante la causa del evangelio.

En todo tiempo da su fruto

Otro admirable distintivo del banano es que da su fruto en todo tiempo. No tiene «temporada», como, por ejemplo, el café o los nísperos. Para el banano, todo tiempo es tiempo de producción y servicio. ¿Tenemos nosotros como cristianos la misma constancia? Me parece que existen los «cristianos de temporada», que a veces son y a veces no son. ¡Que aprendamos del banano!

Es fácil de pelar

El banano posee también otra gran virtud: a diferencia del mango o la naranja, el banano resulta muy fácil de pelar, muy fácil de comer y muy fácil de digerir, pero a la vez es muy nutritivo. Nos alimenta y aporta mucho a nuestra salud. Nuestro mensaje también debe ser accesible al receptor, «fácil de pelar», pero su contenido debe ser substancioso (con contenidos bíblicos) y alimenticio para la vida espiritual.

El vástago grande no siempre da el mejor fruto

He observado otra seña particular de los bananos: el vástago más grande y grueso no siempre da el racimo más abundante ni los bananos más sabrosos. A veces he visto algún vástago flaco y pequeño doblado por el peso de un enorme racimo, como también uno que casi toca el cielo pero su racimo más bien da tristeza. Lo que importa no es el tamaño del vástago sino la calidad del banano. El mundo moderno tiene una obsesión con el tamaño, una idolatría de lo grande y un culto al éxito visible. En Apocalipsis 2–3, todas las iglesias que llamaríamos «exitosas» (Éfeso, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Laodicea), para Cristo dejaban mucho que desear, y la más «exitosa» hasta le producía asco. Y las dos iglesias que Cristo aprueba con gozo, nosotros llamaríamos fracasados (la pobre Esmirna, la Filadelfia con poco poder). Podríamos decir que nosotros miramos al vástago pero Dios mira al racimo de fruto.

Corre peligros

Una observación final: he notado que muchos vástagos de banano «mueren desde arriba». Me ha tocado muchas veces ver una planta que aparenta un buen proceso de maduración, pero, entonces, cuando observo sus hojas superiores, las encuentro totalmente secas y muertas. La muerte comenzó arriba. Este es un peligro también para cristianos hoy, especialmente líderes, cuando «la muerte comienza arriba», en la vida pensante. San Pablo nos exhorta a superar esa «muerte cerebral» transformándonos diariamente «por medio de la renovación de nuestro entendimiento» (Ro 12.2). En esa vida de continua renovación en el Espíritu, el estudio siempre fresco y creativo de la palabra de Dios debe ser la fuerza renovadora de nuestra vida espiritual y nuestro ministerio.
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Se tomó de http://www.juanstam.com/.

"SEXTING"



Los adolescentes que envían fotos sugerentes o de desnudos propios por el móvil están siendo advertidos contra esta práctica: el "sexting" puede dañar su futuro.

Las autoridades estatales de Nueva Gales del Sur, en Australia, lanzaron esta semana una campaña educativa para combatir la creciente práctica del "sexting", asegurando que estas imágenes o texto sexualmente explícito puedan ser colgados en Internet o remitidos a otros, lo que puede devenir en acoso e incluso en una agresión sexual.

El "sexting", un juego de palabras en inglés con los términos "sex" y "texting", se ha convertido en una preocupación para padres y colegios a nivel internacional con la proliferación de teléfonos móviles con cámaras y sitios de redes sociales, pero esas imágenes pueden ser calificadas de pornografía infantil por la ley.

"Los jóvenes a menudo no piensan en las consecuencias de sus acciones. Lo que creen que es una broma inocente o un flirteo inofensivo puede ser muy dañino si cae en las manos equivocadas", dijo la ministra de servicios a la comunidad de Nueva Gales del Sur, Linda Burney, en un comunicado.

"Es aterrador pensar que una vez que estas imágenes están en Internet o en un teléfono, cualquier persona del mundo puede acceder a ellas. Luego es imposible retirarlas y borrarlas. Están ahí para siempre y pueden dañar carreras o relaciones futuras", indicó.
Añadió que los departamentos gubernamentales habían recibido información de que niñas con trece años habían mandado imágenes sexualmente explícitas a sus novios a través del móvil, fotos que luego se pasan a otros amigos e incluso se reenvían una vez que la relación ha acabado.
En Estados Unidos, una encuesta mostró el pasado otoño que uno de cada cinco adolescentes dijeron que habían enviado o colgado en Internet fotografías de desnudos o semidesnudos de ellos mismos y el 39 por ciento indicó que habían mandado o colocado mensajes sugerentes, según una campaña nacional para impedir embarazos no planeados y de adolescentes.
La actriz adolescente Vanessa Hudgens, estrella de la exitosa "High School Musical", tuvo que afrontar un escándalo cuando sus fotos semidesnudas, que en un principio iban dirigidas a su novio Zac Ephron, acabaron en Internet.

En Estados Unidos se han iniciado varios procesos y una chica, Jessica Logan, de 18 años, se suicidó después de ser objeto de mofa cuando una foto suya enviada por sms circuló por su escuela.

Las autoridades de Nueva Gales del Sur han emitido una serie de folletos para colegios, padres y jóvenes en los que advierten de las posibles consecuencias de por vida de enviar este tipo de mensajes.

Burney ha instado también a los padres a hablar con sus hijos sobre el tema y supervisar sus sitios en redes sociales como MySpace y Facebook para comprobar si hay imágenes inapropiadas.

"Cada vez más padres me dicen lo preocupados que están por el comportamiento estúpido de sus hijos, que puede afectarles el resto de sus vidas", dijo Burney.

"Son cada vez más frecuentes las informaciones de adultos preocupados (..) una consecuencia peligrosa es el riesgo de humillación pública, acoso o incluso agresión sexual", añadió.

CURENTA Y CINCO AÑOS DE UN MENSAJE A LA CONCIENCIA




Video Audio
por Carlos Rey

Se transmitió por primera vez el 4 de mayo de 1964 en la República de El Salvador. Ese histórico día a nadie se le hubiera ocurrido que en el transcurso de cuarenta y cinco años se difundiría, sin interrupción, más de catorce mil veces de lunes a sábado, no sólo por radio sino también por televisión, por la prensa escrita y vía Internet, y no en un solo país de Centroamérica sino en treinta países del mundo. De ahí que la voz de Pablo Finkenbinder, conocido internacionalmente como el Hermano Pablo, tal vez haya llegado a ser la voz más escuchada en todo el mundo hispanohablante. Y de ahí la magnitud de la responsabilidad que le entregó a este servidor, Carlos Rey, ya que a partir de 1996 el Hermano Pablo, a los setenta y cinco años de edad, deseando un merecido descanso del ajetreo diario de la preparación y producción de UN MENSAJE A LA CONCIENCIA, dejó de grabar mensajes suyos. El reconocido veterano de los medios de comunicación decidió que a partir de esa fecha todos los nuevos mensajes los grabaría su sucesor.

En 1970 se produjeron setenta y dos MENSAJES A LA CONCIENCIA en cintas de 16 milímetros, que se comenzaron a transmitir por televisión en Lima, Perú. Pero no fue sino hasta 1980 que se produjeron los primeros cien programas en video, lo que abrió paso a una distribución más amplia por televisión.

La primera columna de prensa del Hermano Pablo fue publicada en 1971 en la Prensa Gráfica de El Salvador. La primera columna electrónica de UN MENSAJE A LA CONCIENCIA, vía Internet, apareció en www.conciencia.net en 1998, y actualmente en ese sitio, las veinticuatro horas del día, se pueden leer, escuchar e incluso ver en video todos los mensajes difundidos desde marzo del 2004.

Tal vez la descripción más acertada que se le ha dado a UN MENSAJE A LA CONCIENCIA sea la que le dio el gerente general de Panamericana Televisión en Lima, Perú, quien calificó el programa como espiritual sin ser religioso. El Hermano Pablo mismo, desde el principio, se propuso «ser la voz de Dios a la conciencia de todo hispanohablante del mundo». En uno de sus mensajes, él resume esa declaración de misión en las siguientes palabras: «No ando buscando fantasmas ni levantando luces rojas. No soy ni sensacionalista ni fanático. Solamente hago un llamado a la conciencia e invito a la reflexión.»
Cumplidos cuarenta y cinco años, UN MENSAJE A LA CONCIENCIA se difunde casi cinco mil veces al día en todo el mundo de habla hispana. Sin lugar a dudas, el Hermano Pablo logró su objetivo de ser la voz de Dios a nuestra conciencia. Pero la visión del Hermano Pablo se extiende más allá de su objetivo inicial. Para que UN MENSAJE A LA CONCIENCIA tenga un futuro tan prometedor como su pasado, tiene que seguir llegando a la conciencia del pueblo hispano para rescatar los valores perdidos de nuestra sociedad.

Determinemos cada uno que vamos a contribuir a extender esa visión. Abracemos individualmente esos valores culturales, morales y espirituales, y defendámoslos a capa y espada para así legarles a las futuras generaciones un mundo mejor, transformado por el poder y la gracia de Jesucristo.
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http://www.conciencia.net/

viernes, mayo 01, 2009

Discipulado integral Parte II


por Harold Segura C.

La formación cristiana, desde esta perspectiva de la acción consecuente, se diferencia de las falsas doctrinas (herejías) que proliferaban por aquel entonces y que Pablo combate en sus cartas.


«Ejercita el don que recibiste mediante la profecía, cuando los ancianos te impusieron las manos” (1Ti 4.14)

¿Cuál es el interés prioritario de las cartas pastorales? ¿El crecimiento personal de Timoteo y Tito, o la consolidación de las iglesias a su cargo? Los dos propósitos se conjugan bien y se inciden mutuamente. Las iglesias se edificarán en la medida que sus dirigentes sean creyentes maduros, y estos, a su vez, lograrán la madurez mientras ejercitan sus dones y se involucran en la proclamación y defensa del evangelio.

La propuesta del apóstol es «formación en la acción». Porque el discipulado no es un proceso retórico a la manera de la escuela clásica griega. Éstos disfrutaban el arte de preguntar y de especular sobre la verdad por la vía del conocimiento abstracto. La filosofía nació con ellos. Por el contrario, el discipulado es un proceso de vida que se aprende en medio de la acción de servir a Cristo, mientras «se sube la montaña», como lo muestra esta historia:

«Desde cuándo eres monje? Pregunté.—¿Un verdadero monje? Desde hace poco. Empleé cincuenta años escalando la montaña de la decisión.—Dime, ¿hay que comprender antes de decidir, o se decide y luego se comprende?—Si quieres de verdad seguir mi consejo —dijo— no hagas tantas preguntas y sube la montaña»

Así sucedió con los primeros cristianos. No se hicieron muchas preguntas acerca de la oración, o del perdón, o de la evangelización, o del amor; ellos simplemente oraban, perdonaban, evangelizaban y amaban. No es que en el discipulado no haya lugar para los cuestionamientos —de ellos está llena la teología—, sino que las interrogantes van en su lugar adecuado:

tras el seguimiento. Segundo Galilea lo expresa así: «Se trata de conocer al Señor que seguimos contemplativamente, con todo nuestro ser, particularmente con el corazón. Como un discípulo y no como un estudioso. Como un seguidor y no como un investigador... no conocemos a Jesús sino en la medida que buscamos seguirlo»... y servirlo, agregamos nosotros, en medio de su pueblo.
De allí que las disciplinas trazadas por el apóstol tengan que ver con el compromiso radical de seguir a Jesús en medio de las condiciones adversas del mundo (2 Ti 3.1), de la apostasía reinante (1 Ti 4.1), y de los falsos creyentes (2 Ti 4.14).

Por otra parte, a la acción ministerial dentro de la iglesia, se suman las buenas obras para con los de afuera. La diaconía, expresada por medio de las buenas obras hacia los más necesitados es uno de los temas centrales en las tres epístolas.

Pablo exhorta a ocuparse en las buenas obras para que la fe tenga fruto: «Que aprendan los nuestros a empeñarse en hacer buenas obras, a fin de que atiendan a lo que es realmente necesario y no lleven una vida inútil» (Tit 3.14). «Vida inútil», según la expresión del texto, equivale a «discipulado infructuoso».

La formación cristiana, desde esta perspectiva de la acción consecuente, se diferencia de las falsas doctrinas (herejías) que proliferaban por aquel entonces y que Pablo combate en sus cartas. Esas son fábulas que conducen al debate grandilocuente, pero que no contribuyen a la «edificación de Dios que es por fe» (1Ti 1:4). La «fe no fingida» (1Ti 1.5; 2Ti 1.5) es aquella que logra traducir la piedad personal e íntima, en acciones que expresan el amor de Dios al mundo necesitado.

Jesús, en la llamada Gran Comisión según Mateo, manifiesta que los suyos deben ir a hacer discípulos «enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes» (Mt 28.20). Al respecto señala René Padilla que este es un «proceso de formación en la práctica y para la práctica de la enseñanza de Jesús —la voluntad de Dios—, sin la cual no hay discipulado genuino».
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El autor, colombiano de nacimiento, es consultor de Relaciones Eclesiásticas e Impacto Cristiano para América Latina y el Caribe de Visión Mundial Internacional.

Discipulado integral Parte I


por Harold Segura C.

El modelo de Pablo en la formación de sus discípulos nos lleva a pensar que el discipulado es, sobre todo, un proceso imitativo.

«En Pablo, más que en cualquier otro escritor neotestamentario, encontramos la visión misionera más sistemática y profunda elaborada en un marco cristiano y universal» Donald Senior El discipulado es el proceso doloroso por medio del cual la iglesia toda contribuye a que sus miembros sean cada vez más parecidos a Jesús. Los dolores, dice el apóstol Pablo, son semejantes a los de una mujer parturienta: «Queridos hijos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes» (Gá 4.19)*.

Es doloroso y complejo porque el objetivo hacia el cual apunta es «que Cristo sea formado» en nosotros. ¡Vaya tarea! En el caso de Pablo, el costo resultó alto: desvelos, angustias, mucha paciencia y amor sacrificial. Pero, como sucede con la mujer que da a luz, la tarea también resulta gratificante y llena de sentido. Es esa la tarea que, según el apóstol, le da alegría a nuestro ministerio y nos causa sano orgullo delante del Señor. Así lo expresa, por ejemplo, cuando se refiere a sus discípulos de Tesalónica: «En resumidas cuentas ¿cuál es nuestra esperanza, alegría o motivo de orgullo delante de nuestro Señor Jesús para cuando él venga? ¿Quién más sino ustedes? Sí, ustedes son nuestro orgullo y alegría» (1Ts 2.19–20).

La tarea de hacer discípulos es paradójica. En ella, la alegría y el dolor se encuentran en el mismo camino. Pablo experimentó la angustia del parto y la felicidad del alumbramiento. Él fue experto en pesares, pero también maestro en gozos desbordantes al ver que sus hijos en Cristo crecían en la fe. A la misma comunidad de Tesalónica les escribe: «¡Ahora sí que vivimos al saber que están firmes en el Señor! ¿Cómo podemos agradecer bastante a nuestro Dios por ustedes y por toda la alegría que nos han proporcionado delante de él?» (1Ts 3.8–9).

Por su pericia en el difícil arte de contribuir a la formación de cristianos maduros y de crecer juntamente con ellos, Pablo se constituye en un extraordinario punto de referencia para el aprendizaje de lo que significa ser discípulo y hacer discípulos en el contexto de la comunidad de fe. Él será el modelo que examinaremos en esta ocasión.

El enfoque bíblico se concentrará en las tres cartas pastorales —las dos a Timoteo y la dirigida a Tito— y desde ellas se plantearán los interrogantes en relación con la labor de formar discípulos y ser formados como tales. Entregaremos el desarrollo del tema en varios artículos.

Las cartas pastorales

A Paul Antón, biblista del siglo XVIII, se le atribuye haber sido el primero en denominar «cartas pastorales» a las tres epístolas escritas por Pablo a sus íntimos colaboradores Tito y Timoteo. Esas cartas forman un grupo homogéneo de los escritos paulinos y, al igual que la dirigida a Filemón, sus destinatarios particulares no son las iglesias mismas, sino sus pastores. Su contenido abunda en recomendaciones acerca del ejercicio ministerial, pero agrega también orientaciones pastorales para el crecimiento cristiano y el fortalecimiento de la fe de los servidores de «la casa de Dios» (1 Ti 3.15).

Estas cartas pertenecen a los llamados escritos tardíos del apóstol Pablo; quizá entre los años 62 y 67, cerca de su muerte. La ubicación de las fechas, al igual que la identificación de su autor, ha sido objeto de extensos y numerosos debates entre los especialistas del Nuevo Testamento. Al aceptar las fechas indicadas y la autoría de Pablo nos acogemos a la tradición de la iglesia antigua, aunque reconocemos las serias repercusiones de esta opción.

Los escritos están dirigidos a Timoteo y a Tito. Pero bien se puede pensar que, aunque se mencionan los nombres específicos, las recomendaciones tienen en mente a un grupo más amplio de dirigentes de la iglesia.

Los dos personajes son conocidos cristianos del siglo primero, quienes mantuvieron una relación de amistad y fraternidad con el apóstol Pablo. Timoteo fue uno de sus colaboradores más íntimos y gozó de su plena confianza. El libro de Hechos lo menciona en seis ocasiones (16.1; 17:14,15; 18:5; 19:2; 20:4) y dieciocho en las epístolas paulinas. Fue compañero inseparable del apóstol en sus viajes por Galacia, Troas y Filipos, entre otros lugares; incluso durante la prisión en Roma. Pablo le encargó el gobierno de la iglesia en Éfeso, ciudad donde se encontraba cuando recibió la primera carta (1 Ti 1.3). Las referencias dejan ver una relación cálida entre el maestro y el discípulo: en una ocasión lo llama «mi hijo amado y fiel hijo en el Señor» (1Co 4.17) y en otra «mi verdadero hijo en la fe» (1Ti 1.2)

En cuanto a Tito, su nombre se menciona en doce ocasiones en las epístolas paulinas (2Co 2.13; 7.6, 13, 14; 8.6, 16, 23; 12.18; Gá 2.1, 3; 2Ti 4:18; Tit 1.4). Estaba junto a Pablo en el concilio de Jerusalén (Gá 2.1–3). Era de origen gentil (Gá 2.3) y probablemente pertenecía a la comunidad de Antioquía. Pablo le confió delicados encargos ministeriales y, al final de la vida del apóstol, fue constituido pastor de Creta (Tit1.5) y colaborador en la misión hacia Dalmacia (2Ti 4.10), territorio de la antigua Yugoslavia.

En estas epístolas encontramos algunas pautas para el camino, en cuanto a la formación cristiana y a la mejor manera de contribuir al desarrollo de creyentes fieles a su Señor y obedientes a la tarea del Reino. Pablo deseaba que estos dos servidores de la iglesia se esforzaran por presentarse a Dios aprobados «... como obrero[s] que no tiene[n] de qué avergonzarse y que interpreta[n] rectamente la palabra de verdad» (1Ti 2.15). ¡Con nada menos se sentiría satisfecho!

Contribuir a ese propósito era una tarea primordial en la vida del apóstol. Él presentía que su partida estaba cercana: «Yo, por mi parte, ya estoy a punto de ser ofrecido como un sacrificio, y el tiempo de mi partida ha llegado» (2Ti 4.6). Al partir dejaría un legado de compromiso radical con la causa de Cristo que Tito y Timoteo deberían recoger y continuar en medio de las iglesias. Había, pues, un sentido de urgencia en este propósito.

Pero, ¿cómo realizó Pablo esa tarea? ¿Cuáles fueron las pautas que siguió para contribuir en la formación integral de esos dos apreciados discípulos? Una lectura atenta de las cartas pastorales iluminará las respuestas.

Proceso imitativo

«He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe»
(2Ti 4.7)

Una de las características de estas epístolas es su exigencia moral y espiritual para los dirigentes de las iglesias (pastores, obispos o diáconos), entre ellos Tito y Timoteo. Se requiere que sean intachables, moderados, sensatos, temperantes, y cuidadosos de su conducta pública (1T. 3.2–13). Pero a ese nivel de calidad moral no se podía aspirar con solo afirmar la ortodoxia doctrinal. Quizá, es por eso que Pablo apela a su propio modelo de vida. Los lectores de sus cartas entienden, entonces, que la primera lección de discipulado viene dada por la vida del mismo escritor. Él es la lección encarnada.

Este principio de la formación por medio del ejemplo personal es un común denominador a casi todos los escritos paulinos. En otra carta afirma: «Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced» (Fil 4.9). Todo aquello que el apóstol demandaba de sus discípulos cercanos ellos lo podían ver en la vida y en la práctica del apóstol: había experimentado una genuina transformación (conversión) personal (1Ti 1.12–15); había sido valiente en los momentos de persecución y sufrimiento (1 Ti 4.10; 2Ti 1.12); y había perseverado en la fe cuando los demás lo habían traicionado (2Ti 1.15; 4.16–18).

Es a partir de ese modelo de madurez cristiana que exige que sus discípulos sean irreprensibles moralmente, comprometidos en su ministerio y limpios de conciencia. No reclamaba otra autoridad aparte de la que le concedía su testimonio de vida. Esto explica por qué Pablo le pide a Timoteo: «no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor Jesucristo, ni de mí, preso suyo» (2Ti 1.8). En este caso, el testimonio acerca del Jesús que estaba en los cielos se verificaba por medio de la vida del discípulo que estaba en la tierra. Dar testimonio de Jesús equivalía a dar testimonio de Pablo. ¡Extraña asociación que nos indica hasta dónde puede llegar el impacto de una vida en permanente transformación! Este y no otro era el secreto pedagógico del apóstol.

Pero el ciclo formativo no se detiene ahí. El proceso de hacer discípulos es dinámico y su efecto es multiplicador: Primero, Pablo es un imitador de Jesús; luego Timoteo y Tito imitan a Jesús con la ayuda del modelo de Pablo; para que, finalmente, las iglesias puedan imitar a Tito y Timoteo: «Con tus buenas obras, dales tú mismo ejemplo en todo» (Tit 2.7).

Este modelo apostólico nos lleva a pensar que el discipulado es, sobre todo, un proceso imitativo. Imitación, primero de Cristo, como bien lo recordó en el siglo XV el célebre Tomas de Kempis en su obra Imitación de Cristo. Para el místico alemán la vida cristiana no consiste en saber bien la doctrina, sino en vivir con fidelidad la verdad conforme al modelo de Jesús. Decía él que «quien quiera entender con perfección y sabiamente las palabras de Cristo es preciso que trate de conformar con Él toda su vida». Imitar al Maestro, afirmaba, es el secreto de la iluminación.
Pero también imitación de quienes sirven como modelos de gracia y de virtud. Jesús lo había dicho en sus términos: «Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en los cielos» (Mt 5.16).
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El autor, colombiano de nacimiento, es consultor de Relaciones Eclesiásticas e Impacto Cristiano para América Latina y el Caribe de Visión Mundial Internacional. * Todas las citas bíblicas son tomadas de la Nueva Versión Internacional NVI, Sociedad Bíblica Internacional, 1999. KEMPIS, Tomas de. Imitación de Cristo. Barcelona: Editorial Regina, 1996. p. 16.