viernes, abril 03, 2009

Hablando de crisis mundial...Una perspectiva desde la teologia



Alexander Cabezas
acabezas@redviva.org

No es necesario ser economista ni especialista en finanzas, para darse cuenta que
uno de los temas de boga en la actualidad, es la llamada: Crisis Financiera Mundial.
Lo cierto es que el tema promete quitar el sueño a algunos, pero tal parece que
levemente, pues creen que tal crisis no afectará el entorno de sus vidas y siguen
haciendo sus derroches financieros como si nada pasara. Mientras para otros, 224
millones de personas que viven en América Latina y el Caribe, y que se encuentran en
situación de pobreza extrema;1 las noticias no son nuevas o relevantes, por la sencilla
razón que pensar en crisis es hablar de lo ¡cotidiano de la realidad de sus vidas!
Por supuesto, ya escuchamos las primeras voces que tratan de responder desde sus
contextos eclesiásticos particulares.
Algunos creen que no vale la pena preocuparse en exceso, pues la pobreza es algo que
Jesús lo advirtió cuando dijo: “Siempre habrían pobres entre ustedes”. Entonces éste
u otro mal, son ante todo, para aquellos que han “sucumbido al pecado”, y su fe no
refleja una confianza plena en Dios y su Palabra.
Otros con una visión más apocalíptica, ven una clara evidencia del fin de los tiempos.
Se acerca la eminente parusía y sólo queda poner la vista en las cosas de arriba,
mientras ¡esperamos nuestra redención total!
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1 Aurora Catalina. Futuros. Recuperado el 23 de enero 2008.
http://www.revistafuturos.info/futuros_8/pobreza1.htm

Sin embargo, asumir que la pobreza o la falta de abundancia material, son signos
visibles de una mala relación con Dios, no responde a las verdades presentadas en las
Escrituras. “Un cristianismo de burbuja”, lo han llamado, pues pretende mostrar que
aquellos que están con Dios tienen una cobertura especial contra todo mal, mientras
que el resto no. Pero recordemos que Dios “hace que salga el sol sobre malos y
buenos, y que llueva sobre justos e injustos” (Mateo 5:45). Las dádivas divinas son
gracia indiscriminas, sin importar religión o denominación. Dios es ante todo: ¡Dios de
toda la humanidad!
Por otro lado, creer que los pobres “siempre estarán con nosotros”, como si se tratara
de un asunto de “predestinación”, es algo que más bien nos debería producir
vergüenza, pues como iglesia no hemos sido capaces de aportar para la eliminación de
la pobreza en ninguna dimensión, y aún estamos quedando en deuda con la sociedad.
Si bien, muchos de los acontecimientos mundiales son escenarios que señalan el fin de
los tiempos. El problema es asumir una postura de “evasión”, creyendo que no
tenemos responsabilidad alguna. Tal como lo diría los Rolling Stones en una de sus
canciones: ¡Si estalla el mundo que me importa! Un mensaje convincente para una
canción que promueve el individualismo y la anarquía; pero muy desafinada para los
cristianos que han sido llamados a ser agentes de cambio en la tierra.
El punto es que el tema requiere un poco más de análisis y reflexión, antes de llegar a
una conclusión que evidencia, una escasa comprensión hermenéutica del contexto
bíblico y social de nuestros tiempos.
Antes de observar “hacia arriba”, deberíamos mirar “hacia nosotros mismos” y a
“nuestro lado”. Parte de ésta problemática y sus efectos, provienen de la codicia y la
ambición humana. La desigualdad, la concentración de las riquezas, de la tierra, el
abuso del poder, que son claras evidencias de lo que hay en el corazón del ser humano,
y ahora ¡se nos está pasando la factura!
Tanto el sistema capitalista como comunista totalitario, sin pretender evaluar o comparar
cuál modelo es más conspicuo; fueron concebidos para el beneficio de unos pocos.
Prueba de ello, según señala el teólogo brasileño Leonard Boff (2007), es que “el 20 %
de la humanidad dispone para su disfrute del 80 % de los medios de vida, mientras que
un 80 % de la humanidad debe contentarse con tan sólo el 20 % de dichos recursos
vitales”. Además Leonard agrega: “la distribución es pues, desigual, injusta y
pecaminosa.” (p.29).
La globalización económica y la crisis mundial, efectivamente beneficiará a unos
cuantos, esto es claro cuando comprendemos que algunos perciben ganancias
sustanciosas a costa de las ventas de los armamentos, el lucro de los alimentos, la
especulación de las medicinas, entre otros factores que están produciendo el exterminio
de millones de persona en todo el mundo.
Se estima que el costo directo final de la guerra de Estados Unidos contra Irak, y la
reconstrucción podría fácilmente alcanzar más de 750 millones de dólares según lo
manifestado por el ministro de la Defensa de Gran Bretaña, Gordón Brown.2
No puedo dejar de sentir pesar e indignación, al imaginar cuantos programas de
atención con la niñez, por ejemplo, hubiesen encontrado gran avance, si esos recursos
destinados a llevar muerte, en su lugar se hubiesen destinado a ¡construir vida!
Me pregunto si a ello se refería el actual presidente de los Estados Unidos, en su
discurso inaugural, al referirse a la crisis: “Nuestra economía se ha debilitado
enormemente, como consecuencia de la codicia y la irresponsabilidad de algunos, pero
también por nuestra incapacidad colectiva de tomar decisiones difíciles y preparar a la
nación para una nueva era…” 3
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2 Citado Alexis Guardia (Economista), para El periodista. Tomado el 25 de enero 2009.
http://www.elperiodista.cl/newtenberg/1355/article-30805.html
3 Tomado el 22 de enero del 2009, El país. Com.
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Discurso/inaugural/presidente/Barack/Obama/espanol/elpepuintusa
/20090120elpepuint_16/Tes

La iglesia unida en la adversidad, tiene el claro compromiso de crear consciencia
política y social, no tanto para promover un sistema financiero específico, sino para
proclamar las buenas nuevas del reino de Dios, y que se manifiestan en la vida práctica
de cada individuo.
Que ejemplo más hermoso de compromiso y solidaridad nos presenta la Biblia, ante el
pronóstico de una hambruna en todo el mundo habitado, lo primero que hicieron los
discípulos conforme a sus posibilidades, fue “enviar apoyo a los hermanos de Judea”
(Hechos 11:29). Mientras en la actualidad ante el temor de una crisis, algunos están
más preocupados por “sus necesidades”, “sus ahorros”, “sus problemas”, lo cual no
digo que este mal. El problema radica en cerramos todas las ventanas que nos
comunican con el resto de la comunidad más necesitada. Es hasta que nos vemos
afectados directamente por alguna problemática que, comenzamos a identificarnos con
otros que sufren.
Un gran amigo, pastor y teólogo boliviano, Munir Chiquie, decía al respecto, “creo que
es justo hablar de una crisis, pero más que financiera, es una crisis causada por el
egoísmo y las desigualdad, matizada por la irresponsabilidad de esta generación que
solo piensa en si misma”. A ello agregaría que hoy estamos viviendo una crisis pero del
¡decaimiento moral también!
Ahorremos, economicemos recursos, seamos prudentes en estos tiempos, pero ante
todo, como creyentes comprometidos actuemos por los principios del reino que se
expresa en la promoción de la justicia, el servicio, el amor y la entrega a otros.
Además, no podemos permitir que el temor nos paralice y nos individualice ante
pronósticos azarosos. Si en verdad el reino es una realidad presente en nuestras vidas,
entonces: la esperanza del reino es una invitación a trabajar mientras es de día, a estar
activos en el amor, a sembrar las semillas de la palabra y a extender la llama del
Espíritu. (Braaten, 1998).
Estos son tiempos para revisar y evaluar lo que en verdad es importante en nuestras
vidas y tiene un sentido perenne. Son tiempos para examinar que tanto está nuestra fe
anclada en Dios. En la escasez o en la abundancia Dios promete estar con nosotros,
pero ¿estaremos nosotros en igual disposición para seguirle?
Que la misma oración del profeta Habacuc se convierta una realidad en nuestras vidas
aún en la adversidad o en tiempos de bonanza:
“Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del
olivo y los labrados no den mantenimiento, aunque las ovejas sean quitadas de la
majada y no haya vacas en los corrales, con todo, yo me alegraré en Jehová, me
gozaré en el Dios de mi salvación” ( Habacuc 3: 17-18).
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Bibliografía
Arias, Mortimer. Anunciando el Reinado de Dios (1998). San José, Costa Rica: Visión
Mundial.
Aurora Catalina. Futuros. Recuperado el 23 de enero 2008.
http://www.revistafuturos.info/futuros_8/pobreza1.htm
Bertone, Tarciso. Crisis financiera mundial es fruto de política sin Dios: Vaticano.
http://www.milenio.com/node/87855
Boff, Leonardo. Virtudes para mundo posible III. Comer y beber juntos y vivir en paz
(2007). Editorial Sal Terrae: Santander.
El país. Como. Tomado el 22 de enero del 2009, El país. Com.
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Discurso/inaugural/presidente/Barack/Obam
a/espanol/elpepuintusa/20090120elpepuint_16/Tes
Guardia, Alexis. (Economista), para El periodista. Tomado el 25 de enero 2009.
http://www.elperiodista.cl/newtenberg/1355/article-30805.html

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