lunes, mayo 18, 2009

Una Extraña costumbre que debe preocuparnos



Stam, Costa Rica

En los últimos años, amplios sectores de la comunidad evangélica vive pasando de una novedad sensacional a la siguiente, como un borracho que anda a caballo, al decir de Martín Lutero. Entre esas modas recientes está la costumbre de decir "Yo te bendigo" en vez del tradicional "Dios te bendiga". Aunque eso ya es muy común, y no dudo de la sinceridad y buena voluntad de las personas que me lo dicen, tengo que confesar que me entran dudas cada vez que alguien proclama esa solemne bendición sobre mi existencia. Me pregunto exactamente qué puede significar, o qué estará pensando esa persona. ¿Será simplemente una versión evangélica de "Buena Suerte"? Para ser sincero, esa invocación solemne no parece haber traído ningún beneficio concreto en mi vida (que de por sí es maravillosamente bendecida por Dios). Me cuesta tomar con seriedad una bendición puramente verbal y formal, por un desconocido o una desconocida que pronto se olvidará de mí y desaparecerá de mi vida, como yo de la vida suya.
Me confunde aun más el otro lado de este nuevo fenómeno, y es que el flamante "Yo te bendigo en el nombre del Señor" ha desplazado casi totalmente la invocación de la bendición divina. Ya se oye muy poco "Dios te bendiga", y algunos hasta lo entienden como una falta de fe, una timidez en asumir la autoridad que Dios ha puesto en las manos nuestras y por ende ya no en las manos de él.
Parece que esta "renovación" nace de una enseñanza que nos trajo el famoso pastor coreano, Yonggi Cho. Yo mismo escuché su sermón en Costa Rica cuando nos explicó que si Cristo nos ha entregado las llaves del cielo a nosotros, entonces ya no las tiene él. ¿Podría haber algo más obvio que eso? Después de su sermón, el reverendo asiático dividió a todos los presentes según las provincias del país para ejercer el poder de las llaves sobre sus respectivos territorios y proclamar bendición sobre sus provincias. Después, unos pastores alquilaron una avioneta para echar aceite, en el nombre del Señor, sobre las ciudades y campos, montañas y valles, de todo el país. La fuerza mística de la "bendición" taumatúrgica, reforzada por la fuerza mística del aceite bendecido, debía asegurar avivamiento en nuestra patria y una notable transformación.
De hecho Costa Rica cambió mucho después, pero de mal en peor en pésimo. Y aunque la nueva doctrina de Yonggi Cho es lógicamente irrefutable, no es bíblica y de hecho es peligrosa para la iglesia. Lo que Cristo comparte con nosotros, no lo pierde él. El sigue siendo Señor de la iglesia y de la historia; las llaves todavía están en sus manos. Inferencias doctrinales, aun cuando son lógicamente válidas, pueden llevarnos a herejías. Muchas enseñanzas de los Testigos de Jehová y los Mormones son rigurosamente lógicas, pero gravísimos errores doctrinales. Como escribí en un artículo anterior, sobre el púlpito evangélico, "los heréticos son muy lógicos, pero nada bíblicos. No toda inferencia lógica del texto es fiel al sentido de él y al mensaje que el Espíritu Santo inspiró".
A menudo me pregunto, "¿En qué cree este hermano que él (o ella) me puede bendecir? ¿Qué autoridad cree tener para declararme bendecido?". Creo que no exagero al ver aquí un vestigio del catolicismo tradicional, entre las muchas cosas poco bíblicas del catolicismo que los evangélicos hoy vamos incorporando en nuestra práctica religiosa en vez de otras cosas buenas de ellos. Cuando alguien me pronuncia una bendición de ésas, me digo, "Sólo falta que me bendijera el santo padre en Roma". ¿Pero creemos los evangélicos en la fuerza espiritual de "una bendición papal". Personalmente, y con todo respeto, no creo que el Papa ni nadie más me puede declarar bendecido; eso sólo Dios puede hacer. Lo que pasa es que entre los evangélicos, no creemos en el Papa pero muchos queremos ser pequeños "papitos" y repartir bendiciones papales.
Me parece que el fenómeno bajo consideración es síntoma de un problema más general. El "cristianismo lite" de nuestra época ha acentuado al extremo el individualismo, y en muchos casos el egoísmo, que son típicos de nuestra sociedad moderna. Contra las palabras de Jesús, vamos a la iglesia para lo que nos puede servir a nosotros. Para parafrasear una consigna de John F. Kennedy, "No preguntes lo que la iglesia puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer para el reino de Dios". Hoy los líderes de la iglesia se aferran a sus títulos, y en muchos casos lucran con el evangelio. A menudo hay un culto a la personalidad del líder y admiramos más al ser humano por quien Dios actúa que a Dios mismo. Y en la mayoría de estos casos, son los mismos apóstoles, profetas, evangelistas, sanadores y conferencista que cultivan celosamente este culto a su propia personalidad.
En esa subcultura personalista los creyentes comunes y corrientes merecen también su cuota de auto-gratificación numinosa, su propia tajada de poder espiritual. No quiero juzgar mal, pero sospecho que el poder pronunciar bendiciones bajo su propia autoridad, con un "Yo te bendigo", da cierta satisfacción personal a estos hermanos y hermanas "bendecidores", que un humilde "Dios te bendiga" no ofrecería. Aunque no sean apóstoles ni profetas, ni predican ni cantan ni curan, por lo menos pueden andar repartiendo solemnes bendiciones a diestra y siniestra..
El culto a la personalidad, esta religión de gratificación egoísta que permea nuestra comunidad evangélica hoy, es muy cuestionable bíblicamente. En el Nuevo Testamento, por ejemplo, un "don de sanidad" es el acto de Dios de dar salud a un enfermo, no alguna fuerza supernatural de curación que poseyera algún ser humano. Hoy día, si Dios en su gracia sana a un enfermo, mañana el milagro aparece en televisión y el sanador es famoso. Parecido pasa con evangelistas, conferencistas y salmistas. La gloria y la honra van al agente humano y no al Actor divino que sanó y que bendijo. Me parece que algo parecido pasa con la nueva moda de "Yo te bendigo, hermano".
Es muy aleccionador el ejemplo de Pedro y Juan en los Hechos 4. Después de la curación del cojo, con el hombre sanado agarrado de sus brazos, los apóstoles rechazan todo mérito por lo que había ocurrido. "Varones israelitas, ¿por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?" (Hch 3:12). ¡No dirigen sus miradas hacia nosotros, decían Pedro y Juan; queremos desaparecer para que sólo se contemple el rostro de Cristo! Hoy día parece lo contrario, que algunos sanadores dicen en efecto, "Miren estas manos; estas manos tienen poder para sanar".
En otro sentido, es cierto que todos debemos ser de bendición unos a otros. En su sentido bíblico, "bendición" significa vida, salud, bienestar (Dt 30:19-20). Las lluvias y los pozos, los buenos partos y buena lactancia (Gén 49:25) son bendiciones que sólo Dios puede dar, pero nosotros podemos colaborar con Dios en realizarlas. Dios prometió bendecir a Abraham para que él fuera de bendición a todas las familias de la tierra. Esa promesa introduce el tema central del libro de Génesis: ¿cómo ser de bendición a los demás? Abraham bendijo a Lot, y hasta a los reyes de Sodoma y Gomorra, no por pronunciar fórmulas sobre ellos sino por defender su bienestar integral. Igual con Isaac, Jacob y especialmente José. José cumplió a cabalidad la promesa a Abraham, reorganizando la economía de Egipto para defender la vida, no sólo de Egipto ni sólo de los hebreos, sino de todas las naciones vecinas.
Amado hermano, amada hermana, si quieres bendecir al pobre, dale algo que le puede ayudar en su necesidad. Si quieres bendecir al enfermo, no añada a su sufrimiento con frases piadosas o fórmulas vacías, sino tomarle la mano y orar por su salud, su paz y su bienestar integral. Si quieres bendecir a un matrimonio en crisis, o con hijos drogadictos, acompáñalos en su dolor y lucha y busca maneras de ayudarlos. Si quieres bendecirme a mí, regálame tu sonrisa cálida y tu amor sincero, y ora por mí con un buen "Dios te bendiga, amado hermano".
¡Eso sí es una excelente manera de bendecirnos unos a otros!

domingo, mayo 17, 2009

SER FELIZ


Se cuenta una fábula acerca de un joven huérfano que no tenía familia ni nadie que lo amase. Sintiéndose triste y solitario, caminaba un día por un prado cuando vio una pequeña mariposa atrapada en un arbusto espinoso.
Cuanto más pugnaba la mariposa por liberarse, más profundamente se le clavaban la espinas en su frágil cuerpo. El muchacho liberó con cuidado a la mariposa, pero ella, en lugar de irse volando, se transformó ante sus ojos en un ángel.
El muchacho se frotó los ojos sin poder creerlo mientras el ángel decía:
- Por tu maravillosa bondad, haré lo que me pidas.
El muchachito pensó por un momento y luego dijo:
- Quiero ser feliz.
- Muy bien -le respondió el ángel y luego se inclinó hacia él, le susurró al oído ydesapareció.
Al crecer el pequeño, no hubo nadie en el país más feliz que él. Cuando la gente le pedía que les dijese el secreto de su felicidad, solamente sonreía y decía: "Escuché a un ángel cuando era niño"
.En su lecho de muerte, sus vecinos se reunieron a su alrededor y le pidieron que divulgase el secreto de su felicidad antes de morir. Finalmente, el anciano les dijo: "El ángel me dijo que cualquiera, sin importar lo seguro que pareciese, fuese joven o viejo, rico o pobre, me necesitaría".
Con frecuencia amamos las cosas y usamos a las personas,cuando en realidad deberíamos usar las cosas y amar a las personas.
Romanos 12:10
Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal;con honra, daos preferencia unos a otros.
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http://clicks.aweber.com/y/ct/?l=FzGPu&m=1a96v1XqJdzGUv&b=y9cLRKHn1b_LapoliOswjg

AUSENTE



Cuando yo no esté en este planeta
Es porque alguien vino por mí con sus aletas
Se habrá cerrado el paréntesis
que se abrió cuando nací
aunque yo no lo vi.

La vida y la muerte son grandes aliadas de la vida
Una trae y la otra lleva para abajo o para arriba
Algunos se alegraran unos pocos lloraran
Luego al archivo de reciclaje me enviarán.

La muerte y la vida son hermanas y amigas
A veces la vida es la muerte y la muerte la vida
Ese juego de ir y venir es propio de este planeta
Aquí donde se mide el tiempo
Con relojes y calendarios que a veces
nos trauman y mas luego te envejeces.

Lo que importa es lo que hacemos o no hacemos
Bueno o malo cada quien en su mundo así seremos
El cielo o el infierno es lo que tenemos en la conciencia
Y para rematar te afligen o te embelesan sin mucha ciencia
Los traficantes de almas desnudas en tu misma presencia.

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J. RAMÓN RAMÍREZ A.
Metapán, el Salvador,16 de mayo de 2009

viernes, mayo 15, 2009

MOVIENDO EL ESQUELETO


Hugo Orellana

Una de las piezas mas creativas que he visto! Mueve el cursor y mira lo que sucede, es delicioso y extrañamente adictivo. No querras detenerte. Tambien con el cursor haz click sobre una o varias de las cajas en la esquina superior derecha. Y disfruta ademas de la musica.
Clickear abajo con el cursor Click here: Le coeur fait boum...

martes, mayo 12, 2009

PORCINA O COCHINA




Gripe porcina o estrategia cochina
Nadie sabe lo que se fabrica en la cocina
De los dueños del banquete en el ocaso
De una especie en un planeta que esta de paso

Son varios los objetivos de un invento
De un virus de una crisis u otro cuento
Son sabios e inteligentes y dialecticos
Los que manejan este barco con sus pleitos

Primero una crisis financiera
Para que una gripe cochina apareciera
Y darle un alivio al comercio y un levantón
Medicinas mascarilla noticieros y un revolcón
A los pobres que hasta ahora ya sumamos un montón

Que otra sorpresita o sorpresota nos darán
Los arcángeles del planeta mandarán
A los pobres moribundos sin defensas y sin pan
Sin dinero y sin derecho quedarán.

Falsos profetas y mercaderes de la religión
Salen en defensa con su predicación
Que todo esto ya está escrito y así tiene que ser
Qué bonito mensajito “vaya usted a saber”
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J. RAMÓN RAMÍREZ A.
Metapán, EL Salvador 03 de mayo de 2009

Sigamos Adorosamente a Dios.



Mi alma sigue ardorosa en pos de ti; tu diestra me ha sostenido. Salmos 63:8
La teología cristiana enseña la gracia preveniente, que, dicho brevemente, significa que el hombre, antes que busque a Dios, Dios está buscándole.
Antes que el hombre pueda pensar bien acerca de Dios, debe haber en él una iluminación interior. Esta puede ser imperfecta, sin embargo, el hecho existe y es la causa de todos los anhelos, búsquedas y oraciones subsiguientes.

Buscamos a Dios porque él ha puesto en nosotros deseos de dar con él. “Nadie puede venir a mi —dijo el Señor Jesús- si mi padre celestial no le trajere” Y es esa atracción de Dios lo que nos quita todo vestigio de mérito por haber acudido a él.

El impulso de salir en busca de Dios emana del propio Dios, pero el resultado de dicho impulso es que sigamos ardorosamente en pos de él. Y mientras andamos en pos de él, estamos en sus manos. “Tu diestra me ha sostenido” Salmos 63:8

En este sostén divino, y seguimiento humano no hay contradicción alguna, porque como dice Von Hugel, Dios es siempre previo, Pero en la práctica (esto es, cuando el hombre responde a la obra de Dios) el hombre debe salir en busca de Dios.
Debe haber de nuestra parte una respuesta recíproca a la atracción de Dios, si queremos disfrutar de la experiencia. Este interés, este anhelo ferviente, lo tenemos expresado en el Salmo 42, donde dice
“Como el siervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por tí, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo vendré, y compareceré delante de Dios?”.Este es un profundo llamado a lo profundo, y así lo entenderá el corazón anhelante.
La doctrina de la justificación por la fe -verdaderamente bíblica y bendita liberación del legalismo estéril y los vanos esfuerzos personales- ha caído en nuestros días en mala compañía.
Muchos la han interpretado en manera tal que ha formado una barrera entre el hombre y el conocimiento de Dios. Todo el procedimiento de la conversión religiosa ha llegado a ser una cosa mecánica y sin espíritu. La fe, según dicen, puede llegarse a ejercer sin que tenga nada que ver con los actos de la vida, y sin turbar para nada al yo adámico. Se puede “recibir” a Cristo sin entregarle el alma ni tenerle amor alguno.
El alma es salvada, pero no llega a sentir hambre y sed de Dios. Los que sostienen tal doctrina reconocen que el alma es capaz de contentarse con muy poco. El hombre de ciencia moderno ha perdido a Dios entre las maravillas de su mundo.
Nosotros los cristianos corremos peligro de perder a Dios entre las maravillas de su Palabra. Casi hemos olvidado que Dios es Persona, y que, por tanto, puede cultivarse su amistad como la de cualquier persona. Es propio de la persona conocer a otras personas, pero no se puede conocer a una a través de un solo encuentro.

Solo al cabo de prolongado trato y compañerismo se logra el pleno conocimiento.
Toda relación social entre los seres humanos se origina en el trato personal de unos con otros. A veces comienza con un encuentro casual, pero con el trato continuo dicho encuentro fugaz se convierte en la más íntima amistad. La religión, siempre que sea genuina, es la respuesta que dan las personas creadas al Creador.

“Esta, empero, es la vida eterna, que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.”

Dios es persona, y en las profundidades de su poderosa naturaleza piensa, tiene deseos, goces, sentimientos, amor y padecimientos, como puede tenerlos cualquier otra persona. Para darse a conocer a nosotros se nos presenta como una persona. Se comunica con nosotros por medio de nuestra mente, nuestra voluntad y nuestras emociones.

El intercambio continuo e ininterrumpido de amor y pensamiento entre Dios y el alma creyente, es el corazón palpitante de la religión del Nuevo Testamento.
Conocemos esta relación personal entre Dios y el alma por medio de la conciencia que tenemos de ello. Se trata de algo personal, que no nos llega por conducto de un grupo de creyentes, sino que cada persona, individualmente, sabe lo que es.
El conjunto se entera de ello por medio de las personas que lo forman. Y la persona es bien conciente de ello, porque es imposible que el alma no se entere de ello, como ocurre con el bautismo de niños. Entra dentro de la esfera del conocimiento, de modo que el hombre “sabe” lo que es encontrarse con Dios, como sabe de cualquier otra cosa que le ocurre.
Usted y yo somos en pequeño (exceptuando nuestros pecados) lo que Dios es en grande.
Habiendo sido hechos a la imagen suya, tenemos la facultad de conocerle. Cuando estamos en el pecado, carecemos de ese poder, pero cuando el Espíritu nos da vida en la regeneración, todo nuestro ser siente el parentesco con Dios. Y gozoso se apresura a reconocerlo.

Este es el nacimiento celestial sin el cual no podemos ver el reino de Dios. Pero la regeneración, o nuevo nacimiento, no es el fin del proceso sino simplemente el principio. Es el mero momento cuando comenzamos la búsqueda, la feliz exploración que hace el alma en busca de las inescrutables riquezas de la Divinidad.

Es ahí donde comenzamos, pero nadie puede decir dónde nos detendremos, pues las misteriosas profundidades de Dios, Trino y Único, no tienen fin.

Mar sin límites, ¿quién podrá sondearte? Tu propia eternidad ha de rodearte, ¡Divina Majestad!
El haber hallado a Dios, y seguir buscándole, es una de aquellas paradojas del amor, que miran despectivamente algunos ministros que se satisfacen con poco, pero que no satisfacen a los buenos hijos de Dios de corazón ardiente.

San Bernardo se refirió a esta santa paradoja en un sonoro cuarteto que comprenderán fácilmente aquellos que rinden culto a Dios con sincero corazón:
Gustamos de tí, santo y vivo pany ansiamos seguir comiendo aún más;Bebemos de tí, puro manantialSin querer dejar de beber jamás.

Acerquémonos a los santos hombres y mujeres del pasado, y no tardaremos en sentir el calor de su ansia de Dios. Gemían por él, oraban implorando su presencia, y le buscaban día y noche, en tiempo y fuera de tiempo. Y cuando lo hallaban, les era tanto más grato el encuentro cuanto había sido el ansia con que lo habían buscado.

Moisés se valió de que ya conocía a Dios para pedir conocerle más: “Ahora pues, si he hallado gracia en tus ojos, ruegote que me muestresahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos” (Éxodo 33: 13).

Y después se atrevió a hacer una solicitud aún más atrevida: “Te ruego que me muestres tu gloria” (vs. 18).

A Dios le agradó este despliegue de ardor, y al día siguiente le dijo a Moisés que subiera al monte, y allá le hizo ver toda su gloria.

La vida de David fue un torrente de deseos espirituales. En sus salmos abundan los clamores del que busca y las exclamaciones del que encuentra. Pablo afirma que el más grande deseo de su corazón era hallar a Cristo: “y ciertamente aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:8).Nuestros himnarios tradicionales están llenos oí himnos que expresan el gozo de los creyentes de antaño de haber hallado a Dios después de larga búsqueda.

Pero actualmente se cantan muy pocos de esos himnos. Es trágico que dejemos la búsqueda de Dios a unos pocos maestros en lugar de realizarla cada uno de nosotros Hacemos depender toda la vida cristiana del acto inicial de “aceptar” a Cristo (una palabra, de paso, que no se encuentra en la Biblia) y no esperamos que haya después ninguna otra revelación de Dios a nuestras almas.
Hemos caído en las redes de la falsa lógica que dice que si ya tienes a Dios, no necesitas buscarle. Tal argumento se presenta como la flor y nata de la ortodoxia, y se da por sentado que ningún cristiano instruido en la Biblia cree otra cosa. Por eso hacen a un lado toda sincera y afanosa búsqueda de comunión espiritual con Cristo, haciendo que los cultos sean meras formalidades sin vida.

Rehuyen así la teología del corazón que experimentaron y experimentan aún multitudes de santos, y aceptan una presunta interpretación de las Escrituras que habría asombrado a Jesús y los apóstoles.

Reconozco que hay muchos todavía, en medio de esta general tibieza, que no se conforman con esa lógica superficial. Pero se alejan llorando, buscando algún sitio tranquilo donde orar diciendo, ” ¡Oh Dios, muéstrame tu gloria!”
Es que quieren probar, tocar con sus corazones y ver con los ojos del alma al Dios maravilloso.
Mi deliberada intención es estimular este deseo de hallar a Dios. Es la carencia de ese deseo, de esa hambre, lo que ha producido la actual situación de desgano, tibieza y desinterés en que está sumida la iglesia.

La vida religiosa, fría y mecánica que vivimos es lo que ha producido la muerte de esos deseos. La complacencia es la enemiga mortal de todo crecimiento espiritual.

Si no sentimos vivos deseos de verle, Cristo nunca se manifestará a su pueblo. ¡El quiere que le deseemos! Y triste es decirlo, él nos está esperando a muchos de nosotros por mucho tiempo.
Cada siglo tiene sus propias características. Actualmente estamos en una época de complejidad religiosa. Es muy raro encontrar la sencillez de Cristo.

Esta ha sido reemplazada por planes, métodos, organizaciones y un mundo de actividades frenéticas que se llevan todo nuestro tiempo y atención, pero que no satisfacen los anhelos del alma.

La escasa profundidad de nuestra experiencia, lo hueco de nuestro culto, y la manera servil como imitamos al mundo, todo indica el superficial conocimiento que tenemos de Dios.
Y que es muy poco lo que sabemos acerca de su paz. Si queremos hallar a Dios en medio de tanta aparatosidad religiosa, lo primero que debemos hacer es encontrarlo a él, para luego seguir en pos de él con toda sencillez.

Hoy en dia, como lo ha hecho siempre, Dios se manifiesta a los “niños” y se oculta de los sabios y entendidos. Debemos allegarnos a él del modo más sencillo, y para ello, debemos valernos de medios esenciales, que son ciertamente muy pocos. Debemos evitar toda cosa que tienda a llamar la atención, y acercarnos a él con el candor y la sinceridad de la niñez. Si así lo hacemos, Dios no tardará en responder.

Cuando la religión ha dicho la última palabra, nada necesitamos sino a Dios mismo. La mala costumbre de buscar a Dios junto con otras cosas, nos impide hallarle a él mismo, y que nos revele toda su plenitud. Es en esas otras cosas donde está la causa de nuestra desdicha. Si dejamos esa vana búsqueda adicional muy pronto encontraremos a Dios, y en él hallaremos todo lo que anhelamos.

El autor del clásico libro inglés The Cloud of Unknowing (”La Nube de loDesconocido”), nos dice como podemos hacerlo: “Eleva tu corazón a Dios con amor humilde y sincero, y búscalo a él, y no a sus dones.

Piensa en Dios y busca solo a Dios, solo por lo que Dios es. Esta es la obra del alma que más agrada a Dios!’

También recomienda el mismo autor que al orar nos despojemos de ‘todo, hasta de nuestra teología, pues ”basta la intención desnuda que se dirige a Dios sin apelar a ningún otro recurso, sino dependiendo únicamente de él.”
Por debajo de estos pensamientos descansa la verdad del Nuevo Testamento, pues sigue explicando que “Dios te ha hecho, y te ha comprado, y movido por su tierna gracia, te llama!’ Lo que él quiere es la sencillez. “Si queremos que se nos dé la religión envuelta y arrollada en una sola palabra, esta una palabra de dos sílabas, que por sumisma pequeñez concuerda con la obra del Espíritu. Esta palabra es AMOR!’

Cuando Dios dividió la tierra de Canaán entre las tribus de Israel, Leví no recibió ninguna porción. A esta tribu Dios le dijo simplemente “Yo soy tu parte y tu heredad” (Números 18:20).

Y por esta palabra Leví fue más rico que ninguna de las otras tribus, y que todos los reyes del mundo. Aquí hay un principio espiritual que continúa en vigor en el Nuevo Testamento.
El hombre que tiene a Dios por su posesión, tiene todo lo que es necesario tener. Podrá carecer de todos los tesoros materiales, o si los posee, estos no le producirán ningún placer especial. Y si los ve desaparecer, uno tras otro, apenas podrá sentir la pérdida, porque teniendo a Dios tiene la fuente de toda felicidad. No importa cuántas cosas pierda, de hecho no ha perdido nada. Todo lo que posee, lo posee en Dios, pura y legítimamente para siempre.

¡Oh Dios! He probado tus bondades, y a la par que ellas me han satisfecho, me han dejado sediento por más. Reconozco que necesito más y más gracia. Estoy avergonzado de mi falta de interés. Oh Dios, Trino Dios, quiero tener más vivos deseos de tí; deseo que me llenes de esos deseos; quiero que me des más sed de tí.

Te ruego que me hagas ver tu gloria, para que pueda conocerte mejor. Comienza dentro de mí una nueva obra de amor. Dile a mi alma,“¡Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y vente conmigo!” (Cantares 2:10 V.M.) Dame la gracia necesaria para que pueda levantarme y seguir en pos de ti, elevándome por encima de esta tierra baja y nublada donde he andado errante tanto tiempo. En el Nombre de Jesús, amén.
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La Búsqueda de Dios
A. W. Tozer
Chicago. E.U.A.
Junio 16 de 1948

jueves, mayo 07, 2009

Los Niños Aprenden lo que Viven.



Si un niño vive criticado,aprende a condenar.

Si un niño vive en un ambiente hostil,aprende a pelear.

Si un niño vive ridiculizado,aprende a ser tímido.

Si un niño vive avergonzado,aprende a sentirse culpable.

Si un niño vive con tolerancia,aprende a ser paciente.

Si un niño vive con aliento,aprende a tener confianza.

Si un niño vive estimulado,aprende a apreciar.

Si un niño vive con honradez,aprende a ser justo.

Si un niño vive con seguridad,aprende a tener Fe.

Si un niño vive con aprobación,aprende a valorarse.

Si un niño vive con aceptación y amistad,aprende a encontrar el Amor en el mundo.
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