viernes, julio 24, 2009

Ante todo el caràcter



por Harol Segura

El discipulado cristiano es la forma de ser de una persona ajustada al modelo único de Cristo como Señor de la vida.

«Tú, en cambio, hombre de Dios, esmérate en seguirla justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia yla humildad.» 1 Timoteo 6.11 - NVI

¿Cuál es el fin de la formación cristiana? ¿Cuál es la evidencia palpable del discipulado? A decir verdad la respuesta es diversa porque abarca tanto la solidez doctrinal (Tit 2.1; 1 Ti 1.4), como el desarrollo de la piedad personal (1 Ti 2.2, 19; 4.7; 6.6, 11; 2 Ti 3.5), el compromiso ministerial de entrega a la iglesia y por medio de ella a los necesitados de este mundo (1 Ti 5; 2 Ti 2; Tit 2), pero de manera especial, el desarrollo de un carácter integral que refleje la gloria de Cristo. Ese carácter se evidencia por medio de la práctica de la justicia, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre (1 Ti 6.11), la paz, la amabilidad (2 Ti 2.22–24), la sobriedad (2 Ti 4.5), la integridad, la seriedad, y el uso de la palabra sana e irreprochable (Tit 2.8), entre otras.La diferencia entre los falsos maestros, tanto los que engañaban con «fábulas y genealogías interminables» (1 Ti1.4), como los que vendrán en los últimos tiempos (2 Ti 3), no es sólo su doctrina diferente, sino su carácter. Estos son contumaces, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes, ingratos, impíos, implacables, intemperantes, crueles y mucho más (2Ti 3.1–9).El discípulo que cree en Jesucristo como redentor, da evidencias tangibles, con su vida y su carácter, de la redención operada en su propia vida. En los últimos años se observa un interés especial por la investigación histórica acerca de las métodos empleados por las iglesias del Nuevo Testamento para la iniciación cristiana de los nuevos discípulos (1). Estos estudios han aportado elementos para una lectura renovada del material bíblico. «Hoy nos damos cuenta de que en el proceso de formación de discípulos practicado por los apóstoles había tres elementos claves ... creencia, conducta y pertenencia» (2). La creencia se refiere a la vida arraigada en el mismo ser de Jesucristo quien nos introduce en su cuerpo que es la iglesia por el poder del Espíritu Santo. La pertenencia señala la experiencia de formar parte de una comunidad donde la fe se fortalece y la vida en Dios se celebra en fraternidad. Pero a estos dos componentes se agrega uno más que resulta fundamental en la formación cristiana, la conducta. El discípulo cree en Jesucristo como redentor, forma parte de la comunidad de los redimidos, pero además da evidencias tangibles, con su vida y su carácter, de la redención operada en su propia vida. Cuando la verdad de Dios opera en nuestras vidas «nos transforma a semejanza de Cristo, de manera que adquirimos una conducta personal y social que sigue normas nuevas, que pertenecen al reino de Dios. Así, la vida cristiana no es sólo nueva información que se acumula en nuestra memoria, sino un imperativo que nos lleva a vivir de otra manera» (3).Así, el discipulado cristiano es la forma de ser de una persona ajustada al modelo único de Cristo como Señor de la vida. Eso es lo que significa el término discípulo empleado en los escritos del Nuevo testamento: Mathetes, «significa mucho más que alumno; significa seguidor, el que guarda la instrucción que se le ha dado y la convierte en regla de su conducta» (4).Notas al pie(1) Ver: Escobar, Samuel. La naturaleza comunitaria de la iglesia. En: La iglesia local como agente de trasformación.
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El autor, colombiano de nacimiento, es consultor de Relaciones Eclesiásticas e Impacto Cristiano para América Latina y el Caribe de Visión Mundial Internacional.

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