domingo, junio 21, 2009

Descanso ùtil



por John R. Stott

¿Cómo podemos, en medio de todas estas presiones que nos acosan, sobreponernos al desánimo, y también mantener la frescura espiritual? Personalmente, estoy convencido de que la raíz del estancamiento es, con frecuencia, la falta de autodisciplina.


El estancamiento es hoy uno de los problemas más comunes del liderazgo cristiano, aún más grave que el desánimo. Cuando perdemos la frescura espiritual, nuestra visión empieza a desvanecerse y hasta puede disminuir nuestra fe; la gloria del evangelio puede empañarse al grado de que ya no nos emocione, no haya brillo en nuestros ojos, ni entusiasmo en nuestra acción. Entonces, empezamos a parecer agua estancada en lugar de riachuelos. ¿Cómo podemos, en medio de todas estas presiones que nos acosan, sobreponernos al desánimo, y también mantener la frescura espiritual? Personalmente, estoy convencido de que la raíz del estancamiento es, con frecuencia, la falta de autodisciplina.

Quiero señalar tres tipos de disciplina: la primera es la disciplina del descanso y la relajación; la segunda es de administración del tiempo, y la tercera está relacionada con la vida devocional. En este número de Apuntes Pastorales publicamos la primera de las disciplinas.

La disciplina del descanso y la relajación

Los seres humanos somos criaturas extremadamente psicosomáticas. De hecho, somos criaturas pneumato-psico-somáticas, porque somos cuerpo, mente y espíritu. No es fácil entender la interrelación entre estas áreas, pero sabemos que la condición de una incumbe a las otras. La condición del cuerpo afecta de manera particular nuestra vida espiritual. A veces, cuando me consultan por un problema espiritual, advierto que la solución para esa persona es tomarse una semana de vacaciones. Cuando estamos con ganas de predicar acerca de Jesucristo, y además nos sentimos bien físicamente, las cosas resultan más fáciles. Por eso es necesaria la disciplina del descanso.

En primer lugar, es necesario tomarse un poco de tiempo para uno mismo. Algunos líderes cristianos son trabajadores compulsivos: piensan que si no trabajan mañana, tarde y noche, no son buenos siervos de Dios. Ponen a Jesús como modelo, diciendo que Jesús siempre estuvo disponible a todas horas. Pero al afirmar esto, muestran que su conocimiento de la Biblia deja mucho que desear, porque Jesús no estaba disponible a todas horas.

Quisiera darles a los trabajadores compulsivos el mensaje de Marcos 6.45: «En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir adelante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud». Despidió a la multitud, para poder descansar y orar. Por lo tanto, no debemos sentirnos culpables de tomar algunos periodos de descanso.

Por mi parte, estoy muy agradecido por la siesta, jamás no podría levantarme temprano si no tomara una siesta por la tarde. Recuerdo muy bien cuando visité por primera vez América Latina. Había estado viajando por el continente, y en ese momento me encontraba en Argentina. Durante la última presentación pública en Buenos Aires, alguien me preguntó si había aprendido algo en América Latina. Rápidamente contesté que había adquirido tres valiosas lecciones: la primera era el gran beneficio de la siesta; la segunda era que estaba arrepentido del vicio inglés de la puntualidad, y en tercer lugar, me gustaba el gesto cálido de besar al saludar. Agregué que al regresar a Londres, tendría que olvidarme de dos de ellas… pero he mantenido la costumbre de la siesta. Aunque nuestras necesidades varían de acuerdo con nuestros temperamentos, todos precisamos un tiempo adecuado para dormir y descansar.

También deberíamos tomarnos un día de descanso a la semana; me temo que yo mismo a veces no lo hago, pero creo que debemos obedecer con más fidelidad el cuarto mandamiento; si no lo hacemos, estamos afirmando tener mayor sabiduría que Dios, ya que él nos hizo de manera que necesitamos el ritmo de un día de descanso cada siete. Durante la Revolución Francesa, el ser humano trató cambiar esto, y lo intentó nuevamente en 1917, después de la revolución rusa, pero el experimento de hacer semanas de nueve o diez días fracasó. Dios sabía lo que hacía cuando nos dio un día de descanso cada siete, y no debemos pretender que tenemos mayor sabiduría que él.

En segundo lugar, quiero referirme a las actividades recreativas, y a los pasatiempos. Probablemente cada uno de nosotros guste de practicar algún deporte, y eso es excelente, ya que nos da la oportunidad de hacer actividad física con nuestros amigos. Pero también es importante que tengamos un pasatiempo. Una alternativa podría ser interesarnos por algún aspecto de la naturaleza. Los cristianos evangélicos tenemos una buena doctrina de la redención, pero no de la creación. Me gustaría animarle a observar pájaros, por ejemplo. Quienes practican esta forma de esparcimiento difícilmente sufren colapsos nerviosos, ya que esta práctica permite hacer ejercicio y respirar aire puro. No encuentro palabras para describir la magia de las primeras horas de la mañana, después de la salida del sol, cuando he ido a disfrutar de la vista, los sonidos y los olores de la naturaleza; es una experiencia incomparable, y además mantiene ocupada la mente, alejándola de las presiones del trabajo. También ayuda a meditar acerca de la complejidad y la belleza de la creación de Dios. En cuento sea posible, nuestro pasatiempo debe hacerse al aire libre.

En tercer lugar, pero no menos importante, tenemos la familia y los amigos. Por lo general reconocemos que en nuestro círculo familiar nos aman y nos aceptan, por lo que podemos relajarnos. Los casados nunca deben olvidar que es vital dedicar suficiente tiempo a sus familiasSiempre he admirado a mi sucesor como rector de la iglesia «All Souls», en Londres. Michael Baughn es un padre de familia maravilloso. Él y su esposa son muy felices, tienen tres hijos, que ya son adultos, y resultan un ejemplo de vida familiar cristiana. Michael se propuso estar siempre con su familia durante la cena. Esto lo decidió cuando sus hijos eran pequeños, y seguramente cenaban temprano. No importaba qué estuviera haciendo, él dejaba todo para ir a cenar con su familia.

Todos necesitamos también amigos fuera del círculo familiar, especialmente si somos solteros. Es bueno orar por nuestros «amigos del alma», pues son personas con quienes podemos compartir profundamente nuestras experiencias espirituales. Me pregunto si valoramos suficiente el regalo de Dios de la amistad.

¿Cómo completarían el siguiente versículo, escrito por Pablo?: «Porque de cierto, cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores. Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con…» ¿Con qué?, ¿cómo termina el versículo?, ¿cómo consoló Dios a Pablo cuando estaba cerca del colapso? Los cristianos «súper espirituales» probablemente dirían: «Dios los consoló con la presencia de Jesús», pero no es así como continúa Pablo. Él «nos consoló con la venida de Tito», con la llegada de un amigo cercano y las noticias que él traía. Dios utiliza esta necesidad humana de la amistad para consolarnos.

Tenemos otro ejemplo de Pablo, al final de su segunda carta a Timoteo: parece que está en la prisión de Mamertina, en Roma, donde no había ventanas sino solamente unas pequeñas aberturas circulares en el techo, por las que entraba luz y se ventilaba la celda. Pablo saldría de esa prisión solo para su ejecución. Fue entonces cuando confesó: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe». Él se encontraba en la plenitud de su madurez, al final de su vida; sin embargo, se sentía solo; era un gran cristiano, maduro, pero solo. Entonces escribió acerca de la presencia de Dios en el capítulo 4 («Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas») y acerca de la esperanza de la segunda venida de Jesús, pero ninguna de estas dos verdades teológicas le quitaron el sentimiento de soledad. Después, en el versículo 9, anota «procura venir pronto a verme» y en el versículo 21: «procura venir antes del invierno». Pablo también le pidió al joven discípulo su capa porque tenía frío.

Lo anterior nos hace ver que Pablo era un gran cristiano, pero también era muy humano y no temía admitir su necesidad de la compañía de sus amigos.

En síntesis, necesitamos tomar tiempo de descanso, practicar deportes o pasatiempos y finalmente, requerimos de nuestra familia y amigos. Estas necesidades son humanas y nunca debemos avergonzarnos de admitir que las experimentamos.
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Copyright Apuntes Pastorales XXIV-.

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